"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)

martes, 21 de octubre de 2025

Artículo para reflexionar

 

Crecer no debería doler tanto

"Cada día, miles de jóvenes se despiertan sintiendo que el mundo pesa demasiado. Algunos lo esconden tras una sonrisa, otros detrás de una pantalla o de una aparente indiferencia. Pero debajo de todo eso hay una verdad que duele: nuestra juventud está sufriendo. La ansiedad, la depresión, el aislamiento y el acoso se han convertido en compañeros silenciosos de demasiados adolescentes y jóvenes adultos. Y lo más desgarrador es que en España el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en adolescentes y jóvenes entre 12 y 29 años según un reciente informe del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mentar (CIBERSAM).

Algo profundo está fallando. No son sólo los jóvenes. Somos todos. Vivimos en una sociedad que habla mucho de éxito, pero poco de empatía. Que valora más la imagen que la verdad. Que educa para competir, pero no para comprender. Que nos enseña a tener metas, pero no a tolerar la frustración; a comunicarnos constantemente, pero no a escucharnos de verdad.

Nuestros jóvenes crecen conectados, pero solos. Comparan su vida con la de otros, en lugar de aprender a mirarse con compasión. Les exigimos que sean fuertes, que rindan, que encajen, pero no siempre les damos el espacio para ser vulnerables, para equivocarse o simplemente para ser.

El acoso –físico, verbal o digital– no nace de la nada. Brota de un vacío afectivo, de una falta de educación emocional, de una cultura que no enseña a cuidar al otro. Cuando un niño o un adolescente hace daño, casi siempre está pidiendo ayuda de otra manera. Pero muchas veces miramos hacia otro lado. Nos justificamos con “son cosas de críos”, “ya se le pasará”, “solo es una broma”. Y mientras tanto, alguien se apaga poco a poco en silencio.

Como padres, profesores, tíos, amigos o simples adultos que compartimos el mismo mundo, tenemos que detenernos y analizar con honestidad qué les estamos enseñando. ¿Les estamos mostrando que su valor no depende de sus notas, de su cuerpo o de su popularidad? ¿Les estamos escuchando de verdad, sin juzgar, sin minimizar su dolor? ¿Les enseñamos a pedir ayuda, a cuidar de su salud mental como cuidan de su cuerpo?

La salud mental no debería ser un tema tabú ni un lujo moderno. Es la base de la vida, del amor, de la convivencia. Necesitamos hablar más de ella; en casa, en la escuela, en los medios, en los debates políticos. Necesitamos crear entornos donde sentirse triste no sea motivo de vergüenza, don pedir ayuda sea un acto común y donde nadie sienta que su vida no tiene sentido.

La prevención del suicidio no empieza en una consulta, empieza en la mirada que damos cada día. En el abrazo que llega a tiempo. En el adulto que no juzga, sino acompaña. En el maestro que nota un silencio distinto. En el padre o la madre que deja el móvil a un lado para escuchar de verdad.

El cambio que necesitamos no será rápido ni sencillo, pero empieza con una decisión: volver a poner el cuidado en el centro. Cuidar de nosotros mismos. Cuidar del otro. Cuidar el lenguaje que usamos día a día. Cuidar del tiempo que damos. Solo así construiremos una sociedad donde crecer no duela tanto, donde la vida vuelva a sentirse como un lugar seguro para quedarse".

FRANCISCO MANUEL OCAÑA CAMPOS

Profesor de la Facultad de Psicología de la US

Publicado hoy en DIARIO DE JEREZ, página 4        

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