Casi tres años después - véase "El método del cocodrilo" - me vuelvo a encontrar con el inspector Lojacono. De origen siciliano fue acusado de vender información a la mafia y lo mandan a Nápoles como correctivo. Suele suceder a quien es crítico e incómodo, a quien no soporta la corrupción. La Administración no sabe qué hacer con ellos. Por eso lo mandan a una comisaría que nadie desea, que está a punto de cerrar por incompetencia. Es la comisaría de Pizzofalcone, en una parte del Quarteri Spagnoli. "Una de las comisarías más antiguas de la ciudad, pequeña pero estratégica"(15).
"-¿Sabes cómo llaman los demás policías de la ciudad a los de esta comisaría? Los bastardos de Pizzofalcone"(55).
Pero en Nápoles hay tres ciudades diferentes en una. "Una, la que cuenta de verdad, es un pueblecito de unos cuantos miles de habitantes. La segunda está formada por quienes cuentan con un trabajo, un salario, y viven de final de mes en final de mes con la esperanza de poder permitirse unas vacaciones en la playa. La tercera, más de un millón de habitantes, se las arregla y trata de sobrevivir lo mejor posible"(255).
La mujer de un conocido notario (Arturo Festa), Cecilia de Santis, será asesinada en su propia casa, con una de sus coleccionadas bolas de nieve. El grupo de policías marginados enviados a la vieja comisaría deberá dar con el asesino en poco tiempo. Tienen la soga al cuello.
Dentro de la trama, el tema del amor será esencial. "Porque el amor es así. Puedes disimularlo durante mucho tiempo, ocultarlo tras las miradas y los gestos cotidianos. Puedes tenerlo ahí, en silencio, cultivarlo como una planta; pero el día en que decides sacarlo a la luz del sol, entonces ya no lo dominas. Manda él. Manda el amor. Decide por ti, se abre como una flor hermosa, exige todo el espacio"(10).
Aspectos sobre Giuseppe Lojacono:
* tiene cuarenta años, pómulos altos, ojos oblicuos, pelo negro, lacio, desgreñado.
* cuerpo huesudo en permanente tensión.
* "Tenía pinta de chino; y con ese apodo se referían a él sus colegas, a sus espaldas, claro, no era de los que dan demasiadas confianzas"(11).
* difícil en las relaciones humanas. "Demasiado incómodo, como amigo, como pariente, como colega"(11).
* termina gustándole Nápoles. "Aquella ciudad siempre se las ingeniaba para sorprender, regalándote escorzos imprevistos de ilusoria belleza"(22).
* tiene una hija de su ex (Sonia), Marinella, en plena adolescencia. Vive con su madre pero lo llama por teléfono cada vez que tiene problemas. "Lojacono adoraba a su hija, y su ausencia había estado a punto de hacerlo enloquecer"(35).
* Le gusta mirar a la cara a las personas cuando notifica un delito. "Decían muchas cosas las caras de las personas"(72).
* tiene su método. "Un policía debe respirar la ciudad en que trabaja. Debe saborear sus silencios, sus vacilaciones, olfatear el miedo y la desconfianza, la indiferencia y la arrogancia para poder combatirlas, de lo contrario, está acabado"(192).
Personajes importantes:
* Laura Piras, magistrada, guapa y poco proclive a las relaciones humanas pero que no oculta su enamoramiento por Lojacono.
* Luigi Palma, nuevo comisario, joven, con ganas de hacer carrera. "Más que desaliñado, daba la sensación de ser una persona en contínua actividad"(22).
* Ottavia Calabrese, la vicesuperintendente, hermosa mujer de unos cuarenta años, con aspecto de cansada y especialista en informática. Tiene un niño autista, Riccardo. Está enamorada de Palma. No es feliz con su marido Gaetano.
* Giorgio Piselli, subcomisario, calvo, voz ronca, sesenta y un años y viudo (de Carmela del Grosso). Investiga por su cuenta supuestos suicidios que él cree que son homicidios. Y no le falta razones. "Diría que soy la memoria histórica de este lugar, vivo en el barrio y más o menos conozco a todo el mundo"(27).
* Alessandra di Nardo, agente auxiliar, de veintiocho años, gran tiradora. Patrulla con Francesco Romano.
* Francesco Romano, asistente jefe, no controla ni su fuerza ni su ira, y le trae muchos problemas en su casa (maltrata a su mujer, Giorgia) y en el trabajo (golpea a los reos).
* Marco Aragona, agente especial, recomendado por ser sobrino del delegado del gobierno de una ciudad de Basilicata. Conduce como un loco y pone poses de detective de película.
* doña Amalia, "vieja del visillo" desde su edificio, con artrosis grave, inválida. Vigila la casa de enfrente y denunciará un posible secuestro de una bella joven.
* Irina, ayudante de doña Amalia, ucraniana que tiene que soportar que la señora la llame "golfa" contínuamente.
* Letizia, propietaria de un restaurante, hermosa, locamente enamorada de Lojacono. "A los clientes les encantaba la cocina típica, y el pecho abundante y la sonrisa eran una guarnición muy agradable"(38).
* Mayya Ivanova, asistenta del notario, búlgara.
* Salvatore de Lucia (enamorado de Cecilia de Santis), Imma Arace (regordeta con gafas), Raffaela Rea (la más veterana) y Marina (rubia hiperactiva), empleados de la notaría.
* Iolanda Russo, asesora contable y fiscal de armas tomar. Amante y embarazada del notario Arturo Festa. "Ella es pelirroja, más bien llamativa, elegante; la obsesionan los zapatos, los lleva de plataforma y tacón de doce centímetros"(125).
* Pasquale Mascolo, portero de setenta años del edificio donde vivía la señora. "Entre repartir el correo, recoger la basura y demás, no paro"(135).
* Leonardo Calisi, "o Munaciello", monjecito franciscano del convento de Maria Annunziata. Determinante en múltiples casos de supuestos suicidios. "Si alguna vez se había aparecido en persona el Munaciello, huésped fijo de las leyendas napolitanas, duende amante de las bromas y las pequeñas ofrendas, sólo podía parecerse a él"(144).
* Germano Brasco, arquitecto casado pero enamorado de una bellísima napolitana (Nunzia) a quien tiene en un piso alquilado sin salir. Mantiene a toda la familia de la chiquilla.
* Anna Ruffolo, amiga de siempre de Cecilia de Santis. "Cicia tenía algo distinto. Era capaz de amar. De amar en serio, con dolor y sufrimiento, como aman esos de ahí fuera"(176).
Frases lúcidas:
* "Todo es peligroso si tienes quince años y eres una chica guapa"(39).
* "Los silencios no mienten, las palabras, sí"(41).
* "Si uno se mata, se mata. Es una cobardía, significa que no tiene valor para vivir. La vida hay que enfrentarla de cara aunque sea una mierda"(51).
* "A saber cómo sería si las emociones quedasen suspendidas en el aire como un olor. Si en el aire hubiese flotado el perfume de tu sonrisa triste, la última vez que vi tu cara. A saber qué perfume habría tenido tu sonrisa"(52).
* "Y después silencio. Mucho silencio. Toneladas de silencio, suspendido en el aire como un maldito tufo, como un miasma insoportable"(67).
* "Yo les diría que el amor tiene la culpa de todo. Que aquel que se cruza en el camino del amor corre serio peligro. Porque el amor es fuerte, y cuando va hacia el mar no sabe de obstáculos y arrastra y arrastra, derriba y fragmenta, y se lleva los trozos"(80).
* "El miedo siempre es hijo de la violencia. Lo que ocurre es que hay muchos tipos de violencia. Por lo tanto, hay muchos miedos"(116).
* "Vamos a ver, en África, donde no tienen qué comer, ¿hay deprimidos?¿Y anoréxicos o bulímicos?Estas soledades son la enfermedad del dinero, te lo digo yo"(140).
* "La prisa es para quien sabe adónde va, para quien tiene una sonrisa que ofrecer a alguien, en alguna parte"(168).
* "Para eso sirve el dinero, ¿no? Para poder dedicarse a las cosas hermosas"(176).
* "La naturaleza, pensó, es una mala bestia. La naturaleza siempre sale a la superficie. Lo hace de improviso y te enfrenta a todos tus fantasmas"(207).
* "Ya sabes que las mujeres se quedan con un hombre al que eligen entre todos. Ven sus defectos y creen que podrán cambiarlo, pero los hombres no cambian. En compensación, los hombres se quedan con una mujer esperando que no cambie nunca, pero las mujeres siempre cambian"(209).
Sólo me queda recomendar la lectura de este magnífico escritor italiano, Mauricio de Giovanni, quien deja las puertas abiertas de una tercera entrega. SALUD.
P.D. La sentencia del padre Leonardo es clarividente respecto a los napolitanos, y yo incluiría a toda la especie humana: "Pequeños pecadores en serie, que limpiaban su alma con alguna plegaria antes de volver a mancharla siempre de la misma forma"(276). La condición humana es ineludible.