Sólo una directora podía plasmar esa capacidad, llamada ahora sororidad: la solidaridad entre mujeres. La francesa Anne Fontaine, junto a su equipo de guionistas, desde el personaje fascinante de la joven médica, Mathilde Beaulieu, de la Cruz Roja (movilizada para la repatriación a Francia de sus heridos), consigue el doble propósito de contribuir a la memoria de un hecho histórico, ahondando en los numerosos dilemas morales en juego, sin excluir la periferia personal, sentimental y ética.
La maternidad y la esperanza de vida podrán contra todos los muros religiosos, sociales y del "qué dirán". Cuando la fe en un Dios se hace casi imposible, la solidaridad de una mujer tan distinta a ellas, tan libre, tan vital, las hará decidir el camino para vivir la esencia del amor.
Escenas memorables:
* todas las salidas de urgencia de las monjas al bosque nevado envueltas con sus hábitos. Fotografía de Caroline Champetier inolvidable.
* la monja pariendo sentada en su cama sin ayuda de nadie y que ha guardado en secreto su embarazo. Pocas veces un rostro ha expresado tanta amargura.
* el suicidio de la monja joven que no puede soportar que la hayan apartado de su niña recién nacida, Helena. El abrazo desconsolado de su mejor amiga.
* la abadesa llevando la canasta con el bebé hasta el cruceiro creyendo en la Providencia Divina. Desde ese momento se convierte para el espectador en un ser horrendo.
* el engaño -la supuesta epidemia de tifus- a los soldados rusos cuando pretenden de nuevo campar a sus anchas en el convento ante el terror de las monjas. Máxima complicidad entre la abadesa y la doctora.
* las charlas entre el doctor y Mathilde, tanto en el bar como en la habitación, que muestran la superioridad moral de la mujer ante la barbarie y el pueblo polaco.
* el intento de violación por parte de los soldados rusos a Mathilde durante un control de carretera. Vergüenza para cualquier hombre que se precie.
* el cara a cara entre la abadesa y su segunda cuando la situación llega al límite y se debe tomar una decisión conforme a los criterios verdaderos del amor universal. Ya nada será igual para la Comunidad.
* la vida en el convento dos meses después de los hechos, donde la esperanza y la alegría de toda la Comunidad contrasta con la perdición de su abadesa, postrada en la cama. Ella sabe que su alma está condenada.
* la carta y la foto finales de agradecimento que recibe la enfermera. Imposible no llorar sabiendo que todo ha sido real como la vida misma.
Sólo me queda recomendar esta obra maestra del cine francés y desear - soñar es gratis todavía- que algún día tengamos en Sanlúcar una cooperativa cultural como NUMAX. SALUD.
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