"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)
jueves, 26 de marzo de 2015
Lectura Recomendada: "Sin hogar ni lugar"de Fred Vargas
Termino la trilogía de los "Tres Evangelistas" regalada por mi amiga Concha Caeiro, la francesa - véanse en este mismo blog "Que se levanten los muertos" y "Más allá a la derecha"- , en su versión conjunta editada por Siruela.
Nos encontraremos a los mismos personajes conocidos que se verán en la tesitura de: por un lado, proteger al supuesto asesino - Clément, el "muñeco" de su gran amiga Marthe Gardel -, y por otro, buscar a los verdaderos causantes de violaciones y muertes de mujeres solteras, que han aparecido golpeadas, estranguladas y cosidas a cuchilladas, posiblemente con unas tijeras. Una auténtica carnicería.
"Estaba feliz de volver a verlo, a ese niño al que durante cinco años había intentado enseñado a leer y a hablar como está mandado. Cuando lo conoció en la acera, siempre abandonado en la calle por el cabrón de su padre, no decía ni mu, solo mascullaba: me da igual; de todos modos, iré al infierno" (pág. 421).
El caserón en la calle Chasle será el famoso centro de operaciones: en su primera planta, vive el prehistoriador Mathias Delamarre; en la segunda, el medievalista Marc Vandoosler; en la tercera, el historiador contemporaneista Lucien Devernois; y en buhardilla, Vandoosler el Viejo, un expoli de carrera bastante turbia. La planta baja era para la convivencia colectiva.
En definitiva, "un conglomerado de personalidades poco conciliables, apresuradamente ideado dos años antes para paliar la debacle económica"- pág 439 -. Y con su famoso sistema de radiocomunicación interior con golpes de escoba en el techo: uno para llamar a Mathias, dos para Marc, tres para Lucien, cuatro para el Viejo y siete para formación general antes de salir para el frente.
El poema "El Desdichado" (en castellano, el original) de Nerval tendrá un papel relevante:
"Yo soy el Tenebroso, el Viudo, el Desconsolado,
Príncipe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi única Estrella ha muerto, y mi laúd constelado
lleva el Sol negro de la Melancolía".
Loius Kehlweiler sigue traduciendo la biografía de Bismarck ("pagaban bien, y tenía intención de vivir varios meses a costa del canciller del Imperio"- pág.414-). Además, pondrá todo su saber para averiguar quién estaba detrás de las muertes de dos mujeres francesas durante las dos últimas semanas. Después descubrirá que habían sido más las mujeres asesinadas de otros tantos casos cerrados inexplicablemente..
"Huronear por su cuenta en el crimen, sin que nadie se lo hubiera pedido, abalanzarse sobre los periódicos, amontonar artículos, ¿en qué se estaba convirtiendo sino en una escabrosa distracción y una dudosa razón para vivir?" -pág. 415-.
Personajes para recordar:
* la prostituta Gisèle que tiene la facultad de dormir de pie;
* Hervé Rousselet, repetidor de primero, de veinte años, un hijo de papá y una bestia que aparece muerto en el Loira;
* el Podadera (Jean Thévenin), jardinero jefe, el monstruo de los árboles;
* la joven profesora de inglés, Nicole Verdot, que sufrirá una violación colectiva;
* el inquietante Pierre Clairmont ("Todo eso son mujeres, de todos modos, y si tiene dos dedos de frente no me dirá lo contrario. Los símbolos me la sudan, para eso, hago mujeres directamente y ya está" -pág. 543-.
* el desconcertante director del antiguo instituto, Paul Merlin, "con su terrorífico juego de pistas en que todo acaba por tener sentido y encajar implacablemente hasta producir vértigo. La infalible lógica de la mosca, y París hecho fosfatina" - pág. 610 -.
La incertidumbre se mantendrá hasta las últimas seis páginas."Y nadie pensó en un cometa, una bola fugaz de hielo y polvo, una aparición luminosa, un sol negro" -pág. 603-. No adelanto nada más. SALUD.
P.D. Ya es la segunda obra en el que el protagonista se llama como un servidor - recuérdese "Black, black, black" de Marta Sanz- aunque en esta ocasión no sea el culpable. Quizás lo salvó el cariño de una mujer. "La única mujer que nunca lo había llamado cretino, la única que le acariciaba el pelo"-pág. 416-.
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