"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)
martes, 3 de marzo de 2015
Paga extra o solidaridad
Quienes hemos vivido en la administración andaluza, los famosos planes de calidad en las escuelas, sabemos mutatis mutandis qué significa esta dura elección entre el bienestar propio o la solidaridad con compañeros que se irán al paro. Los hermanos Dardenne vuelven a indagar la condición humana en esta sociedad que se rige por claros criterios de rentabilidad económica. Cine sencillo como el respirar pero de una profundidad a flor de piel.
Sandra (Marion Cotillard) sólo ha obtenido dos votos sobre dieciséis en la votación que cierta empresa de paneles solares ha obligado hacer a sus trabajadores: si quieren paga extra, hay que despedir a una trabajadora. La noticia se la comunica una amiga cuando estaba a punto de superar una grave depresión.
Su marido Manu (Fabrizio Rongione) intentará que saque fuerzas de flaqueza para buscar a contrarreloj a sus compañeros de trabajo y convencerlos de que vuelvan a votar el lunes - por última vez- y la salven del paro. Visitará uno a uno, y podremos comprobar las variadas necesidades de todos, sus valores y los distintos niveles de solidaridad. Habrá un intento de suicidio por ingestión de pastillas y un resultado equilibrado en la votación final. No adelanto nada más. Gana la dignidad de la protagonista.
Escenas para recordar:
* el trayecto en autobús con la ciudad de Lieja de fondo, insondable metáfora del nihilismo de la vida cotidiana;
* la familia reunida en torno a la mesa para ayudar a localizar las direcciones de las/os trabajadoras/es;
* el matrimonio en el coche buscando esperanzas en la palabra cuando se avecina una dura derrota;
* el vaciado de las tabletas de pastillas antidepresivas frente al espejo y su toma con el vaso de agua;
* la charla con el compañero negro de contrato temporal en la lavandería;
* la compañera solidaria que termina harta de su pareja dominante y lo abandona;
* la otra compañera que ni siquiera la recibe y se escuda en su hijita para no hablar personalmente;
* el llanto por mala conciencia del compañero que entrena a los chavales en un campo de fútbol;
* la recogida de sus pertenencias depositadas en la taquilla de siempre;
* la última sonrisa de la película cuando dice "me siento bien", llena de dignidad y solidaridad. El mejor remedio contra la depresión.
En definitiva, cine social del bueno, con la mirada puesta en una toma de decisión nada fácil. Pepito Grillo, la voz de la conciencia, puede que no te deje dormir si tomas la decisión equivocada. SALUD.
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