Han sido pura adicción los setenta y tres capítulos de las ocho temporadas. Debía de ser una de las pocas personas que no las había visionado aún.
Ya serán imborrables conceptos como los Siete Reinos, el Trono de Hierro, el Norte, el Poniente, el Invierno, la batalla de los bastardos, la batalla contra los caminantes blancos, la batalla en Desembarco,...
Lo tiene todo. Una cabecera única, un diseño de producción apabullante, un tono visual alucinante, unas actuaciones pletóricas y un guión homérico.
Ahora comprendo la devoción de Pablo Iglesias por esta serie. No queda nada, a nivel político, que no se toque. Ansias de poder, juegos de lealtades, entramado de traiciones, venganzas, lujuria, violencia, ..., muerte.
Inspirada en las obras de George R.R. Martin (saga "Canción de Hielo y Fuego") y con una banda sonora prodigiosa (Ramin Djawadi) transporta al telespectador a lugares fantásticos y a una época terrible.
Las casas Stark, Baratheon, Lannister y Targaryen irán mudando sus relaciones temporada a temporada. Sólo se unirán, circunstancialmente, en la decisiva batalla contra los muertos.
Toda la historia es una magistral partida de ajedrez con todas las piezas genealógicas en dura lucha.
Los tres dragones serán fundamentales para determinar los vencedores de cada batalla.
Los perros lobos también tendrán su importancia en momentos cruciales.En el capítulo 3 de la última temporada terminé agotado de la tensión y la incertidumbre. Parecía estar en ella plenamente.
La historia de amor verdadero entre los dos hermanos Lannister (Cersei y Jaime) es de las más sólidas que he visto nunca en televisión. SALUD.
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