Si sumo todos los días vividos en Galicia desde que me enamoré de Celia, he pasado más de tres años de mi existencia, en esta hermosa tierra.
En verano nos permite respirar sin el calor agobiante de Andalucía.
Posee una historia milenaria que se descubre poco a poco, paso a paso.
Es un regalo de la Naturaleza, el líquido elemento necesario para la vida, al alcance de la mano.
Las costas gallegas son de una belleza atrayente y mística.
Sus rías producen riquezas por doquier que deben perpetuarse por los siglos de los siglos.
En cada paseo por A Pobra do Caramiñal hay momentos de gozo contemplativo.
Al atardecer es sugestivo abrazar A Pedra da Rá.
En las alturas del Mirador del Monte Tahume das gracias por estar vivo.
El faro de Corrubedo, metáfora de la luz ante la perdición.
Hasta las claraboyas de As Cancelas con las nubes pueden verse bonitas.
Estación de llegada para millones de peregrinos de todo el mundo.
La luz y la alegría de A Coruña te acompañan durante todas las visitas.
La paz que se siente en las lagunas de Carregal y Vixán es todo un síntoma de la ignorancia de lo importante en la vida.
Mi enganche a la 1906 es total. Nadie es perfecto. SALUD.
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