Después de dos días sin playa - por la borrasca -, hemos visitado la casa del Cruce de Moar, en FRADES.
Aquí lo primero fue hacer fuego en la chimenea.
Lo segundo, captar la belleza después de la lluvia sobre la naturaleza.
Toda la flora y la fauna se activan para dar esplendor a la Galicia profunda.
Los árboles parecen acogerte entre sus brazos.
Mirar hacia el cielo te da sensación de lo pequeño que es el ser humano.
Debe ser duro el invierno aquí, mucha leña acumulada para aguantarlo.
Chita, vigilante cariñosa, no deja de observar a los visitantes.
¡Cuánto equilibrio en la vida cuando se respetan los dictados de la madre naturaleza!
Vuelve a llover y hay que regresar a casa. SALUD.
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