Hacía tiempo que no lloraba tanto al final de una película. ¿Quién no desea ser amado hasta la muerte? Un amor adolescente que durará eternamente, un amor puro e idealizado que te hace sentir mejor, una auténtica pasión mutua sin sexo que lo estropee. Jing y Sun son suficientes para hacer de cada instante algo mágico, poético y tierno. Las miradas, el roce de las manos, los abrazos compartiendo el abrigo, los paseos andando o en bici, los silencios, las caricias en la cama, el lavado y vendaje de los pies heridos, la palangana con el espino dibujado, la chaqueta roja, ...
Una especie de Romeo y Julieta en versión china. En esta ocasión, lo que imposibilita la relación de los jóvenes es un sistema político que representa todo lo contrario de lo que dice representar. En un país sin libertad, el enamoramiento es un peligro, y si es entre dos personas de "clanes sociales diferentes", una locura. Esos amores prohibidos siempre encontrarán mil y un obstáculos.
Zhang Yimou confesó que no quería hacer una película política sino contar una historia de amor durante la Revolución Cultural. Consigue ambas cosas. Basada en la novela homónima escrita por Aimi Zhu, apuesta por una estructura basada en capítulos, entre los cuales se introducen elipsis que le permitan omitir una gran cantidad de información presente en el libro, para así contar de manera pausada los pasajes más relevantes.
Con una banda sonora intimista, una excelente fotografía y magníficamente interpretada - actuando con absoluta naturalidad todo el elenco de actores y actrices -, es capaz de mantener el ritmo, la emoción y los sentimientos, cerca de dos horas. Imprescindible para quien alguna vez se haya enamorado de verdad. SALUD.
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