Gracias a mi cuñada gallega, CHUS - tiene Movistar -, he podido gozar de esta miniserie española de seis capítulos. RODRIGO SOROGOYEN e ISABEL PEÑA vuelven a crear un producto televisivo más que convincente.
Desahucios, inmigración, cloacas, machismo, violencia o depresión son algunos de los temas sobre los que se apoya la trama principal. Cada capítulo tiene como título el nombre de uno de los integrantes del cuerpo.
Los miembros del furgón Puma 93 serán la carne de cañón de nuestros ineptos y demagogos políticos, que los utilizarán según los vientos de la opinión pública y de sus intereses. Tras la visualización de la serie seguro que cambia nuestra visión sobre los Antidisturbios. Trabajo ingrato, mal pagado.
El retrato humano de cada uno de estos hombres de valor es desolador, sus conflictos personales son motivados por la tensión en la que trabajan, abandonados a su suerte en situaciones límite, forzados en ocasiones a intervenir sin cobertura suficiente, son censurados injustamente por una opinión pública que empatiza con las soflamas falaces de unos falsos defensores de los más necesitados.
Lo mejor del guión de Antidisturbios es que deja el juicio de la moralidad y bondad de los personajes al espectador. Desde la violencia del desalojo que termina en tragedia hasta los crueles interrogatorios que sufrirán los protagonistas por parte de Asuntos Internos.
Todos los personajes tiene una fuerza propia. RAÚL ARÉVALO nunca ha estado tan bien. ROBERTO ÁLAMO es pura vulnerabilidad. ÁLEX GARCÍA transmite magnetismo y presencia. PATRICK CRIADO es pura verdad. HOVIK KEUCHKERIAN es humanidad a la enésima potencia. RAÚL PRIETO, la bipolaridad enigmática. Y, sobre todo, VICKY LUENGO, la auténtica revelación, pone la credibilidad máxima. SALUD.
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