"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)

martes, 5 de febrero de 2013

WESTERN ESPECTACULAR


El cine de Quentin Tarantino es así: espectacular. Desde su obra maestra, "Pulp Fiction"- pasando por "Kill Bill"(I y II), Reservoir Dogs", "Malditos Bastardos"- ,  hasta este "Django desencadenado ", no deja impasible a nadie. Con este western - homenaje al spaguetti-western al que llevaba guiñando innumerables ojos durante toda su filmografía -, acrecienta su obra cinematográfica.
Django (Jamie Foxx) es un negro esclavizado que por obra del destino termina siendo "tutorizado" por un brillante,  extraordinario, impredecible, elegante, refinado y extraño individuo germano llamado King Schultz (Christoph Waltz), de profesión cazarrecompensas.
Leo DiCaprio - en su papel de cruel y sádico negrero Calvin Candie- demuestra que es un gran actor. Ya no es sólo el guaperas, ídolo de adolescentes. Lo borda.
Personaje especial e icono ya del cine, el de  Samuel L. Jackson, mayordomo negro, racista, cascarrabias, histriónico y cojo , cruel capataz en la casa de los blancos. ¿Por qué estará deseando uno que muera durante toda la película?
Los diálogos ágiles y ácidos, cargados de ironía que vuelven la vista atrás a una de las etapas más oscuras de la historia norteamericana, y de la que aún pretenden renegar. La banda sonora sorprendente: desde la genialidad musical de Ennio Morricone a un rap - como salido del Bronx - en el lejano oeste.
La fotografía, los decorados, el montaje, los planos fijos y exteriores, el desarrollo del guión y de la trama, encajan como un guante.
Tarantino sigue ofreciendo lo mismo que siempre en el fondo, sus constantes son demasiado obvias para cambiarlas además de que es posible que no sepa funcionar de otro modo. "Django Desencadenado" acaba siendo un  divertido festival de violencia y sangre a niveles exagerados que rozan la parodia, pero lo hace con la gracia y la espectacularidad a la que nos tiene acostumbrado. La espiral de violencia que imprime a la película desde su comienzo va in crescendo, sin pararse en ningún momento, llegando a una anunciada explosión en su acto final. Ciento sesenta y cinco minutos de pura diversión.

P.D. Y qué decir de la escena desternillante del Ku Klux Klan donde se quejan de no "ver una mierda" a través de los dos agujeros de la capucha-saco. Carcajada segura. SALUD.

 EL WESTERN NO HA MUERTO, NI MORIRÁ JAMÁS.

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