Emmanuel Jal es un joven cantante de hip hop en Inglaterra. Pero antes de llegar a la música, Emmanuel pasó por una pesadilla al ser secuestrado y convertido en niño soldado en Sudán. Ahora lucha para que no haya más niños soldados, pidiendo un tratado que regule el comercio de armas y evite que lleguen a manos de dictadores.
Millones de niños y niñas se ven envueltos en conflictos de los que no son simplemente testigos, sino, el objetivo. Algunos caen víctimas de un ataque indiscriminado contra civiles, otros mueren como parte de un genocidio calculado. Otros sufren los efectos de la violencia sexual o las múltiples privaciones propias de los conflictos armados que los exponen al hambre o a las enfermedades. Igualmente chocante resulta el hecho de que miles de jóvenes son explotados como combatientes.
Definición de niño/a soldado
Se entiende por niño/a soldado toda persona menor de 18 años que forme parte de cualquier fuerza o grupo armado, regular o irregular, con independencia de las labores que desempeñe; y toda persona menor de 18 años que acompañe a esas fuerzas o grupos cuando ello no sea en condición de familiar. Se incluye también en esa categoría a las niñas y a quienes se haya reclutado con fines sexuales o para obligarlas a casarse. (Principios de Ciudad del Cabo, 27 de abril de 1997).
¿Cuántos hay?
No hay cifras fiables del número de menores soldados en el mundo. Según datos de Naciones Unidas, en 2012 al menos se reclutaban niños y niñas soldados en 17 países como Afganistán,Sudán, República Democrática del Congo, Malí o Yemen.
¿Por qué se reclutan?
Reclutar niños y niñas soldados es una práctica habitual en el seno de muchos conflictos en todo el mundo. La guerra y la violencia se tornan una situación normal, la única que muchos menores han conocido. Estos niños y niñas han sido secuestrados en la calle o sacados de las aulas. Otros muchos son forzados a salir de sus casas a punta de pistola, mientras unos padres angustiados los ven partir sin poder hacer nada. Otros son reclutados mientras juegan cerca de casa o caminan por la carretera.
Pero, lamentablemente, los niños y niñas aportan "ventajas adicionales" a las bandas armadas, ya que obedecen sin rebelarse ni organizarse, son fácilmente reemplazables, además de fanáticos en su adhesión al grupo. Son obligados a servir como señuelos, detectores de la posición enemiga o guardaespaldas de sus comandantes. A menudo, también se utiliza a niños y niñas como porteadores de la munición, el agua o los alimentos y como cocineros. Las niñas cumplen una función de objeto sexual para los adultos.
Se sabe que algunos menores se han unido a las fuerzas del ejército o la milicia de forma "voluntaria" ante la desintegración de las familias a causa del conflicto, las condiciones de pobreza y el desplome de servicios sociales básicos, como los centros educativos y de salud.
El reclutamiento y la utilización de menores de 18 años en los conflictos armados constituyen graves violaciones de derechos humanos, cuyos responsables deben comparecer ante la justicia. Los reclutadores suelen enviar a estos menores a campos de entrenamiento junto a los adultos para que reciban formación y adoctrinamiento militar.
Algunos ex niños y ex niñas soldados a los que se había desmovilizado dijeron a Amnistía Internacional que temían volver a sus comunidades porque sus vecinos habían presenciado su participación en los crímenes. El coste personal que deben pagar los niños y las niñas soldados es muy elevado: insensibilizados y profundamente traumatizados por la experiencia vivida, a muchos les siguen asediando los recuerdos de los abusos que presenciaron o que les obligaron a cometer.
En el caso de las niñas soldados, además de la brutalidad y el trauma derivados de las violaciones en sí, estas agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y embarazos forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. SALUD.
Pero, lamentablemente, los niños y niñas aportan "ventajas adicionales" a las bandas armadas, ya que obedecen sin rebelarse ni organizarse, son fácilmente reemplazables, además de fanáticos en su adhesión al grupo. Son obligados a servir como señuelos, detectores de la posición enemiga o guardaespaldas de sus comandantes. A menudo, también se utiliza a niños y niñas como porteadores de la munición, el agua o los alimentos y como cocineros. Las niñas cumplen una función de objeto sexual para los adultos.
Se sabe que algunos menores se han unido a las fuerzas del ejército o la milicia de forma "voluntaria" ante la desintegración de las familias a causa del conflicto, las condiciones de pobreza y el desplome de servicios sociales básicos, como los centros educativos y de salud.
El reclutamiento y la utilización de menores de 18 años en los conflictos armados constituyen graves violaciones de derechos humanos, cuyos responsables deben comparecer ante la justicia. Los reclutadores suelen enviar a estos menores a campos de entrenamiento junto a los adultos para que reciban formación y adoctrinamiento militar.
Algunos ex niños y ex niñas soldados a los que se había desmovilizado dijeron a Amnistía Internacional que temían volver a sus comunidades porque sus vecinos habían presenciado su participación en los crímenes. El coste personal que deben pagar los niños y las niñas soldados es muy elevado: insensibilizados y profundamente traumatizados por la experiencia vivida, a muchos les siguen asediando los recuerdos de los abusos que presenciaron o que les obligaron a cometer.
En el caso de las niñas soldados, además de la brutalidad y el trauma derivados de las violaciones en sí, estas agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y embarazos forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. SALUD.
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