No hay excusas para no luchar contra los causantes de la actual crisis económica: la Banca y esa clase empresarial - sobre todo, la de las grandes multinacionales -que se apodera de las ganancias en los momentos de prosperidad, pero que huye de cualquier riesgo y se niega a soportar los costes en las épocas de crisis.
La huelga es un instrumento de presión de los trabajadores ( y de más de seis millones de parados en España ) para hacer comprender a la autoridad competente que, antes de legislar sobre sus condiciones de vida, deben contar con ellos.
No se debe discutir sobre los sindicatos (de los cuales tengo una decepción grandísima en los últimos veinte años, incluyendo una suspensión de 25 días de empleo y sueldo, por denuncia del Sr. Oliva de CCOO ), como si la huelga se hiciese a favor o en contra de las organizaciones sindicales. Suele ser la "cortina de humo" de muchos para justificar que no irán a la convocatoria de mañana.
Esta crisis empezó a incubarse hace treinta años con el boom del pensamiento neoliberal, a todos los niveles, no sólo económico -véase en este blog las reseñas de los libros de Susan George ("El pensamiento secuestrado") y de Ignacio Ramonet ("La catástrofe perfecta")-, y analícense sus consecuencias dramáticas.
Recordemos sólo las de los últimos años. Una ola de privatizaciones en los Estados (recuerden la máxima neoliberal: "privatización o muerte") trajo consigo: la crisis de 1997, el estallido de la burbuja de internet, el escándalo Enron, el escándalo Parmalat, la burbuja inmobiliaria, la quiebra de Bear Stearns, de Merrill Lynch, de Citigroup, de Lehman Brothers,...Cómplices directos: el FMI, el Banco Mundial, la OMC (Organización Mundial del Comercio) y la OCDE. Los llamados "Póker del Mal".Al favorecer el libre flujo de capitales y las privatizaciones masivas, los responsables políticos permitieron la transferencia de decisiones capitales (en materia de inversión, empleo, salud, educación, cultura, protección ambiental) de la esfera pública a la esfera privada. Confiscaron la economía y la democracia para su propio beneficio.
Ahora bien, llega la crisis y renuncian a su ideología. Quieren que los Estados (que ellos han esquilmados) paguen la factura de sus destrozos.
¿Y ahora qué? ¿Debe ser la clase trabajadora ( que lo único que ha hecho siempre es trabajar,
o peor aún, caer en el paro ) la que pague los platos rotos?
Tengamos la valentía de unirnos en la resistencia a estos principios del neoliberalismo económico, que está haciendo imposible el Estado social y la democracia, consiguiendo la supremacía del capital sobre el poder político, en lo que llaman "globalización".
Si no queremos volver otra vez a una especie de Edad Media, ÚNETE Y PROTESTA. SALUD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario