"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)
jueves, 6 de enero de 2011
Lectura Recomendada: "Evangelio según Jesucristo" de José Saramago.
José Saramago jamás decepciona. En estas fechas navideñas he decidido leer su obra más polémica, por la que nunca más decidió volver a vivir en su Portugal natal.Vetado de su país, teóricamente, republicano y laico.
El Evangelio que propone José Saramago es, tal vez, de lectura obligatoria para aquellos que no creen o creen poco; los que creen, ya han elegido una historia irrefutable. Y como alguna vez escribió su compatriota Pessoa," el Diablo no niega sino que contrapone".
Este Evangelio es una mezcla cuidadosa de historia novelizada, delicadas descripciones de lo que no nos atreveríamos a imaginar por cuestiones de pudor y una continua convocatoria a las preguntas que alguna vez nos hemos hecho, y que alguna vez convertimos en propia: ¿Quién fue? ¿Para qué vino? ¿En qué parte de su historia se cumplió la voluntad del Padre?,...
Quizá este sea el evangelio que faltaba: una historia acerca de Jesús, contada por Jesús; cuando el Hijo de Dios es más hombre de lo que cualquiera de nosotros podría haberse imaginado entonces el cristal se torna a veces trasparente, otras veces turbio. La imagen que se crea de este Jesús deja de ser incuestionable y acabada.
El laureado escritor portugués logra el descenso de los personajes a un plano real, desmitificando la imagen -si así fuera- divina que se tiene de José, María y Jesús. La esencia, tal vez, está en presentar a los hombres y mujeres desde su aspecto débil, mortal y susceptible de tentación. Dibuja los padecimientos humanos, comunes a todas las épocas, proyectando las vivencias de un grupo de personajes al resto de la humanidad. Cuenta este Evangelio según Jesucristo, que su padre terrenal, José, un carpintero que no mereció mayores calificativos, murió en la ciudad de Séforis, crucificado, cuando acababa de cumplir sus treinta y tres años. Tras la muerte de José, Jesús hereda de éste una culpa en forma de sueño, que le irá a revelar la historia de su pueblo y la razón de su vida. Y este joven judío de apenas trece años, de espíritu rebelde -y como tal, un tanto terco-, emprende el camino hacia un encuentro con su destino: el azar y la voluntad divina. Puede ser que descubran a Jesús ya no como el hijo que toda madre ansía tener, sino como el hijo que todos somos.
Para Saramago, Dios y el Diablo, unidad indispensable por la cual sin el uno no existe el otro, enseña también límites de sus poderes, al punto que Dios reconoce que no son los hombres quienes circunstancialmente lo abandonan, sino que es él quien no logra llegar al lugar donde lo buscan.
No es bueno que el hombre esté solo. La presencia de María Magdalena (o de Magdala, ciudad de la que provenía) funciona como el as en la manga de la conciencia de Jesús. La sabiduría y paciencia de esta mujer, mayor en edad que Jesús, parecen fruto de la observación de la experiencia propia y ajena. Se podría pensar que en este Evangelio, esta María pecadora reemplaza la figura de aquella otra María y madre de Jesús, que va perdiendo protagonismo a medida que él avanza hacia su destino. Allí, donde el hombre llora y se pierde, una mujer le enjuga las lágrimas y se pierde con él. Esta dulce y sublime estampa de la compañera, permanece muchas veces, sin llegar a comprender las razones de su Jesús, en los tiempos de niebla.
"El Evangelio según Jesucristo" responde al deseo de un hombre y de un escritor de excavar hasta las raíces de la propia civilización, en el misterio de su tradición, para extraer las preguntas esenciales. ¿Quién ese este nuestro Dios, primero hebraico y ahora cristiano, que quiere la sangre, la muerte, para que sea restablecido el equilibrio de un mundo que sólo de sus leyes se nutre? ¿Cómo puede la nueva ley ser ley de Amor si aún pesa sobre el hombre la hipoteca de la condenación eterna? ¿Cómo puede pensarse criatura divina digna de la inmortalidad, el hombre, si durante toda su existencia debe someterse a una ley de terror que preexiste y es exterior a él? ¿Por qué debemos temer el castigo eterno cuando el castigo, para el justo, debería ser en esta nuestra vida, en el remordimiento y en la conciencia de nuestra indignidad?
El Evangelio de José Saramago es todo así, trágicamente problemático, y sería absurdo condenarlo con leyes, que no sean sus propias leyes, literarias, poéticas y filosóficas. Aquí no se niega lo divino, la religiosidad latente en el corazón de cada hombre: lo que se hace es interrogarlo, cuestionarlo, acusarlo. Apasionadamente, religiosamente. Como Milton, situado en el lado del perdedor, que es siempre, no lo olvidemos, un "ángel caído".
P.D.Superlativa, la conversación (páginas 404 a 434) en medio de una densa niebla, y en mitad del mar de Galilea, entre Dios, Jesús y el Diablo. Nunca había leído una cosa igual.Absténganse personas con un criterio religioso fundamentalista. Podría hacerle daño. Consulte a su orientador espiritual. SALUD.
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