"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)

miércoles, 27 de agosto de 2014

Lectura Recomendada:"El método del cocodrilo" de Maurizio de Giovanni





Hoy se juega el Athetic el pase a la Champions contra el Nápoles, y mi amiga Concha Caeiro, "la francesa", me ha hecho disfrutar de lo lindo con esta obra que se desarrolla en la citada ciudad. El mejor libro de serie negra del año, sin lugar a dudas. De ponerme con él y no parar hasta terminarlo. Máxima intriga, incertidumbre total y tensión al límite. Gracias, Concha.
El inspector Giuseppe Lojacono (apodado Peppucio o "Montalbano de Cottolengo" por proceder de Sicilia, Montallegro, provincia de Agrigento), ha sido expedientado injustamente - lo que le llevó a la separación de su mujer (Sonia) y de su querida hija (Marinella) -y condenado a un destino indeseado, arrinconado por todos  (salvo su simpático y fiel compañero, Luciano Giuffrè).
 "Se concentró otra vez en la pantalla; debajo de la partida de escoba que jugaba perenmente contra el ordenador se leían la hora y la fecha. Diez de abril de dos mil doce. Diez meses y pocos días que estaba allí. En el infierno"(pág. 16)."Su traslado, como es natural, también fue puramente conveniente. Lo enviaron lo bastante lejos como para dejarlo fuera de juego, no tanto como para que pareciera un castigo por una culpa ni probada ni comprobable. Nápoles, comisaría de San Gaetano, en el vientre blando de una ciudad en perpetua descomposición. Evidentemente no encontraron nada peor que estuviese disponible"(pág. 23).
Y Nápoles se presenta como "una ciudad que se te escurría entre  los dedos, se hacía líquida o se evaporaba en un abrir y cerrar de ojos"(pág. 33)."Lojacono se ha acostumbrado a pensar en la ciudad como en un muro. La desconfianza, la indiferencia, el ruido constante que ahoga las palabras e impide los susurros. El tráfico, la muchedumbre silenciosa, las miradas de odio. Un muro" (pág. 245).
Este lobo solitario, será llamado por la juez Laura Piras - "pequeña pero matona, de las que no se rinden nunca ni ponen límites a su carrera" - para resolver un caso difícil a contrarreloj. Ya no confía en los demás investigadores que siguen empeñados en creer que es obra de la Mafia. Urge otro tipo de hipótesis, porque el asesino usa el método del cocodrilo: elige el lugar y se toma su tiempo, mucho tiempo. Y espera, espera. "El método del cocodrilo. Conoce los movimientos, las costumbres, los tiempos"(pág. 106).  Si a eso se suma que sufre un lagrimeo constante de su ojo izquierdo - epífora y dacriocistitis -, por lo que deja en cada asesinato sus pañuelos de papel, el mote es insuperable. Lágrimas de cocodrilo.
Ha esperado diez años para planificar una venganza que irá cobrándose pieza a pieza, sin prisa pero sin pausa. "Te quiero, mi dulce amor, mi único amor, eso es lo único que siento. No siento alegría, ni dolor. Los veo morir, los veo caer. Los veo apagarse, perder la vida. Y no siento nada".
Terminará cerrando el círculo."Me aseguro de que ocurra lo que he buscado, y me quedo a mirar. Veo a la muerte trasladarse de un cadáver a otro, veo surgir la expresión que abre el infierno en la tierra. Lo que buscaba. Pero no siento satisfacción, ni el menor asomo de arrepentimiento. No siento nada. Sólo siento muy fuerte el inmenso amor que te tengo" (pág. 115).
Caerán con el mismo modus operandi - un tiro en la nuca - : Mirko Larusso (17 años), Giada De Matteis (16 años), Donato Rinaldi (22 años) y Stella (bebé).
"Creo que solo hay una cosa peor que la muerte: perder a un hijo. Es una pena de la que uno no se recupera nunca"(pág. 146). "De todas maneras sé que si prestas atención, si caminas con la cabeza gacha arrrastrando un poco los pies, si pareces viejo y cansado, la gente aparta la vista, no te mira. En una palabra, te vuelves invisible. Y yo me volví invisible y pienso mantenerme así hasta el final. Bonito, ¿eh?" (pág. 57). Y cumplió su palabra.

La parte amable de la novela vendrá dada por Letizia, dueña de un restaurante (sublime, su salsa de cebollas rojas, y magnífico, su albondigón al ragú). "Le gustaba tomar personalmente las comandas, pasearse por el comedor y charlar con todos sus clientes. Consideraba que el contacto personal, sin dar demasiadas confianzas, contribuía a entender mejor los gustos de los comensales y complacerlos con un consejo o una indicación. La comida está hecha para hablar; si no, ya os podéis ir, por ahí, a tomar un bocadillo de pie"(pág. 31). Se abre la posibilidad de que esté enamorándose de nuestro derrotado pero admirablemente ético inspector. SALUD.

P.D. Si hoy queda eliminado el Athletic, seré del Nápoles, durante la Champions. Mi amiga Concha ha sabido cómo hacerlo con este libro. Si se clasifica el Athletic, el orgasmo será total.AÚPA ATHLETIC.

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