Conforme nos vamos haciendo mayores valoramos más el tiempo bien aprovechado.
El inmenso Océano Atlántico es una invitación contínua a disfrutar de sus aguas.
Madrugar tiene su recompensa en forma de vía unitiva con él.
La marea baja descubre un ecosistema peculiar.
La paz silenciosa del entorno lleva a la meditación.
Si en el paseo te acompañan seres queridos la mañana es completa.
Comer con estas vistas merece la pena. SALUD.
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