La Ría de Arousa es siempre un tesoro por descubrir.
La salida desde el puerto de A Pobra fue a las once en punto.La embarcación solo podía ser ocupada por doce personas con todas las medidas anticovid previstas.
La primera parada fue en un batea de mejillones.
El patrón del barco nos encadiló con sus explicaciones sobre la producción, historia y futuro de esta riqueza natural. Ya sabemos incluso diferenciar los mejillones hembras de los machos.
La segunda parada convenida era A Illa da Rúa.
Granito puro con su antiguo faro (1864, obra de Rafael de la Cerda).
Tras rodearla (es de abordaje difícil) iniciamos el camino hacia la isla estrella: Areoso.
Lo primero que llama la atención es su fina arena.
Toda la isla está rodeada de arrecife a flor de agua.
Sus aguas son cristalinas y muy frías.
La mitad norte está ocupada por una duna activa, mientras que en la sur se mezclan afloramientos graníticos con una duna vegetada con herbáceas.
Llama la atención encontrar un pequeño dolmen en una isla.
Merece la pena un paseo por toda la isla.
Múltiples calitas te motivan al baño.
El afamado color turquesa de sus aguas es pura realidad.
No tiene nada que envidiar a las aguas caribeñas.
Tocaba el regreso a Pobra do Caramiñal tras un día maravilloso.
Mi agradecimiento a este paraíso gallego. SALUD.
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