Galicia forma parte de mi vida de una manera reparadora.
A punto de cumplir los cincuenta y tres años, las facultades y capacidades van disminuyendo.
La edad no perdona, los cursos se van acumulando y se necesita reponer las fuerzas.
Ya desapecida la obsesión por cumplir objetivos, queda el deseo por seguir plenamente vivo captando la belleza que nos rodea.
El placer de las pequeñas cosas: una cervecita 1906 con su tapita.
La contemplación de un cruceiro con cerca de cuatrocientos años.
Un paseito por las empedradas calles de la vieja Puebla.
La reflexión sobre la piedra milenaria frente a la fugacidad humana.
La distinción de un bello pazo gallego.
Y acoger a la noche buscando un último rayito de belleza. SALUD.
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