"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)

jueves, 25 de diciembre de 2014

Lectura Recomendada: "El olor de la noche" de Andrea Camilleri





Octava aventura del cada vez más caradura Montalbano -veánse en este blog "La forma del agua", "El perro de terracota", "El ladrón de meriendas", "La voz del violín", "Un mes con Montalbano", "La Nochevieja de Montalbano", "La excursión a Tindari" -.
Andrea Camilleri nos mantiene en tensión hasta las últimas cinco páginas donde encajarán las piezas de un rompecabezas afectivo, económico y pasional. "Lo había matado por amor, para ahorrar al único ser al que había amado verdaderamente en su vida el desprecio, la deshonra y la cárcel "(pág. 220). Y todo ello, con la sombra contínua del relato de William Faulkner, "Una rosa para Emilia"."Y, de pronto, lo comprendió. Lo comprendió, hundiéndose en una especie de temor como jamás había experimentado en su vida y jamás había imaginado poder experimentar. Había comprendido que estaba viviendo en el interior de un relato. Había sido transportado al interior de un relato de Faulkner leído muchos años atrás"- pág. 215-.
Una "estafa piramidal" dará lugar a la búsqueda de dos desaparecidos quienes, supuestamente, se han llevado los ahorros de toda la vida, de muchos habitantes de Vigàta y alrededores. Sólo al final sabremos donde "descansaban".
Lo mejor de la novela seguirá siendo Montalbano y sus reflexiones filosóficas adobadas con un sentido del humor que no puede menos que llevar a la carcajada. El capítulo V donde va comparando los diversos miembros de una familia con pájaros es genial. En una novela negra es indudablemente mérito de su autor.
Veamos algunos retazos de profundidad y sonrisa:
* "...porque hoy en día no hay lugar para ninguna pausa en esta carrera delirante que se alimenta de infinitivos: nacer, comer, estudiar, follar, producir, zapear, comprar, vender, cagar y morir. Pero unos infinitivos que duran un nanosegundo, un visto y no visto"- pág. 8-;
*"En parte por la tensión nerviosa y en parte debido a un Alzheimer bastante avanzado, el revólver que el aparejador (Salvatore Garzullo) empuñaba, perteneciente a la época de Búffalo Bill y los sioux, bailaba tanto que, cuando apuntaba a uno de los hombres de comisaría, todos se espantaban porque era imposible calcular a dónde iría a parar el posible disparo"- pág. 10-;
* "Es un juego muy jodido este de la memoria en el que siempre acabas perdiendo"-pág. 55-;
* "¿A su disposición? Lo había dicho con una voz baja y un poco ronca, a lo Marlene Dietrich, que a Montalbano le encendió tanto la sangre que tuvo que contenerse para no hacer quiquiriquí como el profesor de El ángel azul"- pág. 67-;
* "Pero el de Montalbano no se refería a la chica sino a aquella parte de su cuerpo que obedeciendo a un estímulo, no sólo había reaccionado de inmediato sino  que incluso había empezado a entonar con voz vibrante un himno patriótico:-pág. 80-;
* su opinión sobre el psicoanálisis ("Aquel psicoanálisis de película americana, en la que alguien mata pongamos por caso a cincuenta personas y después se descubre que la matanza se debe a que el padre del asesino múltiple, cuando éste era pequeño, un día no le quiso dar la mermelada que le pedía"-pág. 91-);
* Pero tengo que hacer una salvedad: lo mío es una pura novela negra. En el sentido de que no tengo la menor prueba de lo que voy a decir. Y, como ocurre en todas las novelas, a medida que uno la va escribiendo, los  hechos pueden seguir un camino distinto y llegar a conclusiones inesperadas"- pág. 179-;
* Entre estas armas, querido Guarnotta -pensó-, figuran también las personas como tú, los jueces, los polícias y los carabineros que ven la mafia donde no está y no la ve donde está"-pág. 193-.

Los personajes principales de la historia serán:
* el contable y jefe de la trama estafadora, Gargano, un cuarentón alto que pertenecía a aquella raza de breve existencia empresarial llamada "de los ejecutivos trepas";
* el joven Gaicomo Pellegrino, listo, codicioso que unirá sus intereses con el jefe;
* la secretaria Mariastella, cincuentona, achaparrada y poco agraciada, enamorada de Gargano y emparentada con Clementina Vasile-Cozzo ( la  vieja y sabia maestra jubilada que ya  ha salido en obras anteriores );
* la bella y excitante Michela (conocedora de la obra completa de Kafka, desde El proceso a las Cartas a Milena);
* Antonino Tommasino -mitad loco de atar y mitad sabio-("Cuando nos hacemos viejos, cuentan más los afectos que los conceptos"-pág.136-) y de quien saldrá la expresión "el olor de la noche" (pág. 144) que según transcurra, cambiará;
* Concetta, sobrina de Adelina, virtuosa de la cocina, digna alumna de su tía;
* Y por supuesto, los de siempre: Livia  (su paciente novia), Fazio (que verá frustrada su boda), Augello (que seguirá haciendo de las suyas con las mujeres) y Catarella (el contínuo hazmerreir de la comisaría).

Acotaciones de otros placeres para Montalbano:
* el café de primera y un queso de cabra exquisito en El Descanso del Camionero;
* el pirciato (aceite, media cebolla, dos dientes de ajo, dos anchoas saladas, una cucharita de alcaparras, aceitunas negras, tomate, albahaca, media guindilla, sal, queso de oveja y pimienta negra);
* los chanquetes se hacen fritos como albóndigas ("Montalbano se los comió como si fueran sagrados, pese a constarle que estaba devorando algo así como el fruto de una matanza, de un exterminio. Para castigarse, no quiso comer nada más"- pág. 83);
* las patatas aderezadas (patatas, cebollas, alcaparras, aceitunas, vinagre, azúcar, sal y pimienta);
* espaguetis a la tinta de jibia;
* albondiguitas de pulpitos;
* passuluna (anchoas condimentadas con vinagre, aceite, oregáno y un buen trozo de queso de vaca).

P.D. Mención aparte merece su ira y su llanto al descubrir que habían cortado su gran acebuche, el de toda la vida. "Montalbano se percató confusamente de que se había echado a llorar, se sorbía los mocos que le colgaban de la nariz y los aspiraba a sacudidas tal como hacían los niños"-pág. 53-. También llorará viendo "La vida es bella" de Roberto Benigni ("Jamás había llorado viendo una película. Abandonó la sala antes de que volvieran a encenderse las luces, temiendo que alguien se diera cuenta de que tenía los ojos humedecidos por las lágrimas"-pág. 111-). SALUD.

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