MUERTES EN CEUTA
" Miedo y asco en Ceuta. Miedo, angustia, desesperación, terror, el que debieron de sentir las 12 personas (que posiblemente sean 15) que se ahogaron cuando intentaban llegar a nado a la playa ceutí del Tarajal y fueron disparadas, disparadas sí, disparadas con bolas de goma y fogueo por la Guardia Civil, como ha tenido que reconocer el ministro del Interior, acorralado por las evidencias periodísticas, desmintiendo sus propias mentiras.
Asco, desolación, rabia, la que muchos hemos sentido al saber que nuestras fuerzas de seguridad dispararon contra seres humanos que nadaban indefensos en el mar. Asco y vergüenza el que se siente al saber que no se les prestó ningún auxilio que podría haber evitado las muertes. Asco y vergüenza viendo las repetidas falsedades, ocultaciones y manipulaciones del ministerio del Interior que ha tratado de lavarse las manos por todos los medios. Cuando uno se lava las manos es porque las tiene sucias.
Todos los implicados tienen las manos manchadas. El director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, tiene las manos manchadas de mentira. En esta emisora negó que los guardias civiles hubiesen disparado. El ministro le desmintió ayer obligado por las evidencias aportadas por periodistas y activistas. Fernández de Mesa, que ya mintió en la tragedia del Prestige, miente ahora en la tragedia de Ceuta y encima anuncia que se querellará contra los que han atacado a la Guardia Civil. Nadie ha atacado a la Guardia Civil, es la Guardia Civil la que ha atacado a personas.
Sin duda dispararon por orden de sus superiores. Son estos superiores los responsables últimos pero la obediencia no puede justificar un acto tan inhumano, atroz y cruel. La Guardia Civil ha salvado muchas veces a personas pero en este caso hizo lo contrario. Aunque los disparos no hiriesen a los nadadores, les obligó a alejarse de la costa y eso hizo que se ahogasen. Y aunque la Guardia Civil podría haberles socorrido, esta vez no lo hizo ni tampoco avisó a Salvamento Marítimo ni a la Cruz Roja. Una forma de matar es ayudar a morir. Dos más dos: muerte.
Pero quien tiene las manos más sucias es el ministro. El ministerio ha tenido que desmentir los desmentidos de los desmentidos de sus mentiras. Y no solo ha mentido sino que ha cometido ilegalidades, ha ordenado o permitido expulsiones irregulares de inmigrantes. Pero en este país un ministro puede mentir sobre muertes atroces, saltarse la ley y seguir en el cargo. Esto es España.
España se ha convertido en un país en el que esto se veía venir. Las muertes de Ceuta son la consecuencia de una política de repulsión de inmigrantes bárbara, violenta y desalmada que empieza con la instalación de cuchillas en la valla de Melilla y termina con policías pegando tiros a personas en el agua. No estamos discutiendo aquí cuál debe ser la política de inmigración de nuestro país. Aquí estamos discutiendo que es criminal disparar contra personas indefensas en riesgo de muerte.
España se ha convertido en el país en el que la agresión de los más fuertes contra los más indefensos es norma. Contra los dependientes, los desahuciados, los inmigrantes enfermos expulsados de la Sanidad. ¿En qué país nos estamos convirtiendo? ¿En qué país están convirtiéndonos quienes lo representan? En un país inhumano y deshumanizado. Un país cruel e indigno. Un país que no se parece en nada al país en el que quiero vivir en una Europa cada vez más inhabitable y hostil. Para los que vienen de fuera y para muchos de los que estamos dentro. No somos un país al que venir sino un país del que uno siente ganas de marcharse."
JAVIER GALLEGO (14-2-2014, "Lo llevamos crudo")
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