Mi tendón de Aquiles soportó bien - a duras penas - aunque llegué con la lengua fuera.
Alexandre Gustave Eiffel
Hasta el gran París se ve en miniatura desde esta elevada altura: la relatividad de la perspectiva.
Todos los puentes de la travesía merecen una observación detenida.
Vista del Museo D´Orsay desde el Batobús.
Desde el interior resulta mucho más increíble esta antigua estación. Disponiendo sólo de dos hoiras y con niños, es mucho mejor éste que el descomunal Louvre. Logramos superar lúdicamente, el encuentro con las dieciocho obras maestras de la guía oficial del museo.
Otra visita obligada durante el trayecto es la Catedral de Notre Dame.
En esta ocasión fue imposible la entrada - ya la visité en 2004 -, puesto que la espera aproximada era de hora y media.
En la ribera del Sena los puestecillos de libros y revistas dan un ambiente especial.
Las múltiples callejuelas del multitudinario Barrio Latino, ideales para comer, tomarte una copita o llevarte algún recuerdo.
En pleno Campos Elíseos, la figura de Charles de Gaulle , es el paradigma de la Francia heróica.
Tienda oficial del mejor equipo de París, el Saint Germain, eterno candidato a un título europeo.
Un reloj poco conocido: "El guardián del tiempo" muy cerquita del Centro Pompidou.
Atardeciendo y después de recorrer la inmensa avenida de los Campos Elíseos, llegamos por fin, al Arco del Triunfo.
P.D.París merece una estancia de verdadero viajero para sentirla como es. Como turista sólo se roza su presencia. Serían necesarios meses e incluso años, para que ella te haga un hijo suyo. SALUD.
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