"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)

miércoles, 1 de febrero de 2012

Lección de Solidaridad



Magnífica película premiada en diversos certámenes cinematográficos (Cannes entre ellos).
Le Havre es una ciudad que se encuentra en la costa de Normandía, donde desemboca el río Sena: puerto de mar, puerto fluvial, punto de contacto entre civilizaciones desde tiempos remotos, pero con una premisa universal e imperecedera en tiempos difíciles: la solidaridad con el más débil.
Aki Kaurismäki realiza un cine sobre náufragos: forasteros en una tierra ajena que es cualquier territorio urbano industrial, anónimo e inhóspito. Se oirán durante la película frases como: "en el Mediterráneo hay más partidas de nacimiento que peces"..." una persona sin identidad no puede ser expulsada". El problema empezará con un contenedor lleno de inmigrantes ilegales como aquellos que aparecían en "In this world" de Michael Winterbottom: mercancía no declarada, abuelos, madres, adolescentes y bebés, ...,pasajes para una odisea despiadada. Inolvidable sus miradas cuando se abre el contenedor con los guardias de asalto metralletas en mano. ¡Qué manera de visualizar dos mundos tan diferentes: el del primer mundo, y, el del resto!
Pero el espíritu de los fotogramas de Kaurismäki suele escapar del drama tremebundo. Los bajos fondos, los barrios portuarios, los arrabales míseros y marginales, colmados de óxido y desconchones y poblados por individuos patibularios de los que invitan a cambiarse de acera. Los callejones de los milagros que resultan ser oasis: el extraño es acogido sin reservas, como ya sucedía en otra del director, "Un hombre sin pasado" (Kati Outinen era su protagonista femenina y repite en "Le Havre", en su papel de esposa enferma de cáncer). El perro que actúa de lazarillo. La camaradería de la panadera, del verdulero (¡ qué buena escena la del carrito !), de la camarera, de los "bebedores empedernidos", del chino (en verdad vietnamita), del viejo rockero y su mujer (¡ qué marcha en el concierto solidario !).
El humilde limpiabotas Marcel Marx (André Wilms, una gran actuación; viendo la película pienso que su cara me suena de "Europa Europa" de Agnieszka Holland pero con 20 años menos, claro, y así es: el soldado Robert), transeúnte de bordillos, husmeador de zapatos deslucidos, y héroe de esta historia: el que quiebra el destino. En su misión se verá asistido por un inesperado ángel benefactor: el frío comisario Monet (Jean-Pierre Darroussin) que aparece donde debe y con un infalible don de oportunidad.
Diálogos con un sentido del humor sorprendente, cualidad de comedia agridulce que suele ser evitado por otros cineastas europeos afines a las tramas de realismo social (por nombrar algunos: Ken Loach, por supuesto, o los hermanos Dardenne o el último Thomas Vinterberg). Hay esperanza, nos dice el director finés, y al ser humano le queda mucho por decir.
Y por decidir.

P.D. Película imprescindible para quien aún sienta el drama de la inmigración. Es hora de actuar. SALUD.

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