Afectuoso como siempre, mi querido maestro de la UNED, deseaba en la dedicatoria a nuestros alumnos (véase, en grande), que "sean como deben de ser"."El hombre no es otra cosa sino lo que la educación hace de él". Este pasaje, en el que se resume la tesis fundamental de la "pedagogía kantiana", se ha convertido en un emblema característico de nuestro tiempo. Pero no basta con repetirlo o incluso asumirlo teóricamente como una forma de consuelo. Hay que pensarlo siempre de nuevo, atreverse a analizar y combatir los peligros que lo amenazan y crear las instituciones para realizar ese ideal. A eso dedica Don Emilio su libro.
Doscientas ochenta y una páginas, distribuidas en tres ejes fundamentales:
Aprender a ser (páginas 39 a 78), Humanisno y humanidades (páginas 79 a 135) y El espacio real de la educación (páginas 136 a 281).
Para mí, la parte más interesante, es la que dedica a la escuela de primaria. "La libertad se aprende en la escuela: la libertad o la esclavitud". Coincido plenamente con mi maestro, en que nuestra posibilidad de elegir ante la realidad de la sociedad es siempre histórica y condicionada, en buena parte, a las instituciones que llevan a cabo nuestro aprendizaje. No hay otra forma real de aprender y ejercitar la libertad que aquella que la sociedad nos permite o que la escuela nos enseña. Y aquí aparece nuestra obligación como maestros: "hay que fomentar, con la reflexión liberadora, un punto esencial de inconformismo, de inconformidad".
No valen especulaciones, utilizaciones de la palabra "libertad" que la política emplea muchas veces sin saber lo que dice y sin importar lo que sobre la libertad se quiere decir. En lugar, pues, de referirnos a la libertad como un sustantivo, como un hecho consolidado y firme, no hay más remedio hoy que hablar de liberación, de actividad liberadora, de ejercitación de la voluntad. Y este ejercicio, esta praxis, acompañado del aprendizaje de la verdad, de la bondad, de la belleza, de la justicia, se aprende o se desaprende en la escuela."No hay democracia sin escuela, sin el carácter público e igualitario de la escuela"(pág. 148).
Junto a la libertad bien entendida, Don Emilio, aporta conceptos tales como: "cultura moral" (Sittlichkeit) que aleje a los jóvenes de los corruptos ideales de lucro con que la sociedad utilitaria los encadila; "soledad"(Einsamkeit), como aislamiento de esas presiones con que la sociedad contamina a quien se está preparando con principios más elevados que los del pragmatismo; la Paideía como "siembra" que se realiza fundamentalmente de palabras; la memoria (Lledó ha sido llamado el filósofo de la memoria") como lucha contra la desmemoria en la que se encuentran sometidos los hombres a causa de la destrucción y privación del lenguaje;...
"El modelo social y económico ha conducido a una sociedad de hombres mudos, aunque hablen, porque ya no tienen nada que decirse. Es alarmante el empobrecimiento lingüístico no solo de la juventud, sino también de los mismos agentes educativos, que usan y abusan de términos vacíos, utilizando palabras que traducen un pensamiento acartonado o que sirven para expresar cualquier cosa"(pág. 22).
Ante la pregunta de ¿qué es ser maestro?, Don Emilio, recordando el magisterio de Gadamer responde: "la capacidad de sugestión, esa mezcla asombrosa de rigor y creatividad, su cálida y cordial humanidad, la libertad con la que estimulaba nuestro propio pensamiento por encima de cualquier lamentable caciquismo escolástico". Él predicó con su ejemplo. Nosotros, tenemos mucho que aprender. SALUD.
P.D. Este discurso pronunciado por Don Emilio no tiene desperdicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario