Segunda obra de la serie de Montalbano, que comienza con un guiño socarrón de Camilleri:"el comisario estaba leyendo una novela negra de un escritor barcelonés que lo intrigaba enormemente y que tenía su mismo apellido , sólo que españolizado en Montalbán"(pág. 10).
Reconoce el propio autor, que su fuente de inspiración fue el libro "La gente de la cueva" de Taufik al-Hakim, y que se la dedica a todos sus alumnos de la Accademia Nazionale d´Arte Drammatica Silvio d´Amico, donde imparte cursos de dirección desde hace más de veintitrés años.
Nos encontraremos con dos tramas argumentales: por un lado, la lucha contra la mafia siciliana; y por otra, el descubrimiento de los cadáveres de dos amantes abrazados, con cincuenta años de antigüedad. Llegar hasta el final, se convertirá en una obsesión para Salvo.
Entre los múltiples tiroteos, del primer hilo argumental, casi nos quedamos sin nuestro comisario: será herido gravemente. Alcanzado por una ráfaga de ametralladora quedará malherido ("Ya esperaba el dolor, pero, cuando éste se produjo, fue tan intenso que no pude evitar gemir y llorar como un chiquillo - pág. 161-).
Otros tendrán menos suerte, como su amigo Gegè Gullota (que tuvo tanto protagonismo en la primera entrega), el capo Gaetano Bennici (llamado Tano el Griego), el Cavaliere Misuraca (de una honradez a toda prueba y que vivía en una digna semipobreza), los empresarios Carmelo Ingrassia, Corrado Brancato y su esposa Giuseppa Tagliafico,...
Del segundo hilo argumental, destacar su capacidad para recabar información histórica de la segunda guerra mundial en Sicilia, y llevar a buen puerto sus investigaciones. Desde la sura dieciocho del Corán ( la de la cueva, al-Kahf ) hasta dar con el nombre del perro de terracota, Kytmyr, el guardián de la correspondencia.
Por otro lado, seguirán pasando personajes corales que tanto gustan a Andrea Camilleri, propios de la Italia profunda, a saber:
* Agatino Catarella ("corto de entendederas y lento de reflejos, había ingresado con toda certeza en el cuerpo de policía por ser pariente lejano del ex omnipotente honorable Cusumano");
* el gasolinero ( que vuelve a ser un observador necesario para las investigaciones, al igual que en "La forma del agua");
* Adelina, su empleada de hogar ("Montalbano solía fiarse de la fantasía culinaria sabrosamente popular de Adelina. La sorpresa era un elemento indispensable de los platos de Adelina"- pág. 38-);
* el comisario de la unidad Antimafia, Sciacchitano, "cobarde lameculos";
* la bellísima Ingrid ( para quien era una especie de director espiritual y cuyos consejos, la mujer, desoía cuidadosamente);
* el simpatiquísimo y excéntrico cura, Alcide Maraventano, exhibiéndose con un biberón de leche que chupa sin parar.
Preferencias culinarias:
* "Pensó que, en cuestión de gustos, estaba más próximo a Maigret que a Pepe Carvalho, el protagonista de las novelas de Montalbán, el cual se daba unos atracones de platos capaces de prender fuego al vientre de un tiburón"(pág. 39);
* la trattoria San Calogero, por lo bien que lo tratan;
* los mostachones de vino cocido hechos por la hermana de Gége, Mariannina;
* pasta fría con tomate, albahaca, pasas de Corinto y aceitunas negras;
* boquerones con cebolla y vinagre;
* berenjenas a la parmesana;
* salmonetes de roca, hervidos y aliñados con aceite, limón y perejil salvaje;
* pasta con sardinas y pulpitos a la carrettera.
Otros aspectos a conocer de Montalbano:
* su sueño por estar con su querida Livia en Boccadase (Génova) y su petición de casarse cuando visitan la isla de Pantelleria;
* le gusta comer solo, disfrutar de los bocados en silencio ("entre los muchos vínculos que lo unían a Livia figuraba también éste, el de no decir nada cuando comía"- pág. 39);
* tiene la manía de estampar inmediatamente su firma en todos los libros que compra, en este caso, "Las voces interiores" de Eduardo Filippo y su releído "Pylon" de Faulkner;
* no quiere ser ascendido por nada del mundo (vive muy bien así);
* le cuesta mucho ir al barbero ("Por el camino de regreso al despacho, Montalbano aspiró en el aire un olor indefinible, pero desagradable, una mezcla de aguarrás y de un tipo especial de polvos para la cara que utilizaban las putas unos treinta años atrás. Era su cabello el que apestaba de aquella manera" -pág. 58);
* "Los muertos le importaban un pito,...; en cambio, los moribundos le provocaban sudores fríos y le hacían temblar las manos mientras la sangre se le helaba en las venas y él sentía que se le abría un agujero en el estómago"(pág. 69);
* odia las ruedas de prensa; y,
siempre resuelve los casos con un flash súbito ("¿Será posible que sólo se me ocurran las ideas cuando estoy en el retrete?"- pág. 100- y "Como en los cómics, Montalbano vio la bombilla que se acababa de encender en su cerebro" -pág. 214-).
En definitiva, ha sido un placer leer esta segunda entrega del comisario Montalbano, y está sembrando en mí, un deseo incontenible de visitar Sicilia. SALUD.
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