sábado, 30 de junio de 2018

Lecturas Sanluqueñas: "Milagros Listán" de Juan Alcón Atienza


MILAGROS LISTÁN
A sus dieciséis años Milagros Listán Bazán ya era presidenta de la Sociedad de Rederas, Artes y Oficios, de la que formaba parte su Sociedad de Sirvientas.
Aquella tarde calurosa de julio, cuando su padre regresó a casa, alterado y triste, pensó que se debía a otra acalorada discusión de las habituales entre las dos sensibilidades que convivían en la agrupación local de la C.N.T.  Pero esta vez la causa era otra y verdaderamente alarmante: el ejército de África se había sublevado y las tropas ya habían desembarcado en Cádiz.
Según contó su padre, en la reunión extraordinaria que había tenido lugar en la sede cenetista, se habían discutido las medidas urgentes que debían adoptarse y, como de costumbre, incluso en estas graves circunstancias, Antonio “el Rubito” y Rafael García no se ponían de acuerdo. El Rubito, más prudente, pedía cautela y esperar noticias de Madrid; Rafael, sin embargo, defendía tomar las armas pues la violencia era, según él, el único idioma que entendían los fascistas, como había podido demostrar, hacía menos de un mes, en la huelga de pescadores. Al final ganó la opción defendida por Rafael García, concretándose en acudir al Ayuntamiento para ponerse a disposición de las autoridades en defensa de la República.
Sin dudarlo un momento, Milagros, se enfundó su traje rojo, se anudó el pañuelo rojo y negro, como había hecho el día que ocuparon el Pósito en la huelga de pescadores, y se dirigió enfurecida, hacia la Plaza de la Libertad. Poco después, obedeciendo una de las medidas urgentes adoptadas por el Ayuntamiento, ya se encontraba, junto a una muchedumbre, requisando armas en comercios, casas particulares y en cualquier lugar donde pudieran encontrarse, sobre todo, en los domicilios de los militares que, con toda seguridad, se unirían a los sublevados. Así estuvo toda la madrugada.
 Al amanecer del domingo, declarada ya la Huelga General Revolucionaria, Milagros lideró el piquete de mujeres que obligó a salir a todas las sirvientas de las casas en que trabajaban.
Todo fue inútil. Al mediodía, las fuerzas sublevadas entraron en la ciudad para unirse, en la misma puerta del Ayuntamiento, con las de la Guardia Civil y las del cuerpo de Carabineros.
La ciudad había sido tomada.
Apenas un mes después, Milagros Listán, aquella hembra enfurecida, aquella joven admirada por todos, pasearía por aquellas mismas calles, atada y con la cabeza rapada, para mofa y escarnio público. Una turba de niños y desocupados la seguían.
Seis años le cayeron en el juicio sumarísimo del 5 de junio. Hasta 1941 no saldría de la Prisión Central de Gerona. Su condena: culpable del delito de “rebelión”.

JUAN ALCÓN ATIENZA
P.D. Se puede ver en este blog, "El cabo Canalejo". Agradezco, a Juan Alcón, su generosidad al permitir la publicación del relato. SALUD.


No hay comentarios:

Publicar un comentario