viernes, 25 de marzo de 2016

Enamorado de Valencia VII (perderse y vivir con intensidad)



La Virgen de los Desamparados, la mayor ofrenda floral que he visto en mi vida.


La inmensa playa del Cabanyal donde algún día espero tostarme y bañarme en sus aguas.


Extraordinaria idea que sería exportable a Sanlúcar para los veraneantes.


Al atardecer se puede gozar de la belleza marinera.


A quien le guste el arroz, aquí encontrará su paraíso particular.


Más de cinco kilómetros de un atractivo paseo marítimo unirá las playas de Cabanyal y Malvarrosa.

El Laboratorio, lugar ideal para el copeo nocturno.

Incluye buenas viandas y cócteles especiales.

De la plaza de la antigua Lonja del Aceite se pueden destacar dos lugares: el Café Lisboa (con una atención al público de primera) y el Kiosco (si se llega a buena hora y hay mesas libres).

Patio de los Naranjos en la Lonja de la Seda.

Cúpula del Complejo Conventual y Museístico del Patriarca.

Su fundador fue San Juan de Ribera, que además de de ser arzobispo de Valencia, rector de la Universidad y otros muchos cargos, era patriarca de Antioquía.

Atesora una interesante colección pictórica, incluyendo cuadros de El Greco.

Antes de entrar en la iglesia te encuentras en la pared esta especie de cocodrilo disecado.

Tienen gracia los graffitis en puestos del Mercado Central.

Y los hiperrealistas de las callejuelas del centro, con un gato y una bicicleta que parecen reales.


Las Torres de los Serranos que llevan al cauce del antiguo Turia, reconvertido mágicamente en una zona de paseo, recreo y deporte. Eso es hacer política de verdad. Chapó.

La única nota negativa de todo el viaje a Valencia fue la noticia del atentado de Bruselas. Se me bajó la moral. ¿Por qué esos asesinos no se dedican a viajar y a disfrutar de todo lo bueno que nos da el mundo, en vez de romper tantos sueños y proyectos de vidas ajenas? Malditos sean. SALUD.

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