Llegó a nuestras vidas, hace doce años, cuando unos "niñatos" estaban maltratándolo.
Una vez en casa, se convirtió en un león guardián que no consentía visitas (daba miedo verlo pero al segundo olía al visitante, convirtiéndose en su fiel y cariñoso aliado).
Desde este último verano se vino abajo poco a poco. Celia lo ha cuidado con una paciencia infinita, ejemplar.
Nunca olvidaré cómo se ponía a mis pies en el sofá mientras leía. Lo echaremos de menos. SALUD.
Qué penita!
ResponderEliminarBesitos.
La bretona
Muchísimas gracias, Concha.
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