martes, 16 de octubre de 2018
El triste destino de un amor eterno
Pawel Pawlikowski, se está especializando en imágenes inolvidables que cuentan historias muy tristes (véase "Ida"). Es un cine de otro tiempo, en blanco y negro, para personas maduras que van cuesta abajo en sus vidas. El ser humano y sus malditas guerras, provocan situaciones asfixiantes que anulan vidas enteras. La Guerra Fría sacrificó tres generaciones enteras. Sepultó ilusiones y sueños. Los protagonistas lo intentarán con todas sus fuerzas durante quince años (desde que se conocen en 1949 hasta 1964). Ambos tendrán vidas paralelas en mundos distintos, pero no pueden vivir plenamente sin estar juntos.
La banda sonora y las canciones recopiladas bordan lo sublime. Encaje perfecto a la belleza de lo visualizado, narrativa pura. Habrá mucho humo, alcohol, jazz, incluso rock and roll.
¿Y qué decir de la fotografía (Lukasz Zal)? Simplemente, genial.
No se pierdan esta obra maestra. NO APTA para personas que nunca hayan amado.
Escenas a recordar:
* El comienzo con la primera canción popular polaca (vieja gaita, acordeón y la voz de la niña) protagonizada por personas que acaban de terminar una guerra.
* La preselección de jóvenes para pertenecer al grupo floklórico. Aquella si que era una Operación Triunfo que determinaba vidas.
* Los diversos bailes y coros en Polonia, Yugoslavia, Berlín y Moscú. Da miedo pensar lo que se padeció.
* La espera de Wiktor (fabuloso, Tomasz Kot) en la frontera para escapar del comunismo. ¡Cuántas resonancias míticas del cine al apagar el cigarrillo!
* Cada canción de Zula (excepcional, Joanna Kulig) en París. Magnetismo embriagador.
* La brutal pasión del primer encuentro amoroso. Envidia sana.
* El espejo reflejando lo que va a ser una huida a otra vida mejor en París. Deseo o realidad.
* El paseo en barco por el Sena de noche. Siempre quedará París.
* La reclamación de las autoridades comunistas a Irena (magistral, Agata Kukesza) para cambiar el concepto del grupo floklórico. Odio a los políticos.
* La promesa de amor eterno en una iglesia derrumbada.
P.D. ¡Qué lástima que nunca llegue a Sanlúcar acabada de estrenar, y nos tengamos que trasladar, al Puerto o a Jerez, para verla! Podríamos dejar nuestro dinero aquí. SALUD.
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