viernes, 4 de septiembre de 2015

Lectura Recomendada: "Y todo a media luz" de Maurizio de Giovanni


        Segunda novela de Maurizio de Giovanni que aparece en este blog -véase "El método del cocodrilo"-.
No he conocido un escritor de novela negra tan poético como Maurizio. Es más, lo definiría como un especialista del amor, de sus luces y sus sombras. Pero también de la otra pulsión de la condición humana: el hambre. Hilvana unas historias reales como la vida misma, de hipotéticos sentimientos  donde cualquier personaje puede ser un asesino circunstancial.
El título vendrá del famoso tango "A media luz", porque habla de una casa de citas, un lugar donde se intercambia amor a escondidas. "Y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos, a media luz los dos. Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡ Qué suave terciopelo la media luz del amor"(179-180).
Situada nuestra novela en 1932, en la Italia fascista de Mussolini, concretamente en Nápoles. El comisario Ricciardi y su inseparable sargento Maione, tendrán que vérselas con el asesinato de Víbora (María Rosaria Cennamo), la más bella - "la belleza es un delito que no tiene perdón"(151) - de las prostitutas dentro del burdel más visitado, El Paraíso. Ha sido asfixiada con una almohada en su habitación, y aunque existen varios sospechosos, hasta las últimas páginas del libro no sabremos el culpable real.
Empecemos por alguna pincelada que aparece en la obra sobre el amor:
"Dime, ¿tú sabes qué es el amor? ¿Tú que lo vendes a dos liras el servicio, cinco minutos para echarte encima mi aliento, sin tiempo para mirarte a los ojos, murmurar tu nombre, cree acaso que sabes qué es el amor? ¿Qué sabrás tú de las largas esperas, de los silencios amarrados a la angustia, esperando una palabra, una sonrisa?
¿Sabes? Yo vi el amor. Lo conocí, lo encontré. Está hecho de dolor y melancolía, angustias y regresos. No se consume en un instante; no nace y muere en lugares como éste, con música de piano en el piso de abajo y olor a  desinfectante. El amor está hecho de brisa fresca y flores, de lágrimas y carcajadas"(pág. 9).
Y otra pincelada sobre el hambre: "El hambre es una mala bestia, que por la noche viene a buscarte y no te deja dormir y de día te quita las fuerzas y hace que te duermas de pie, cuando deberías estar despierto"(63).
Rasgos interesante del comisario protagonista, Ricciardi:
* "era un hombre de poco más de treinta años, que se había condenado a la soledad porque era consciente de la maldición que lo acompañaba; pero eso no  significaba que su piel y sus manos no tuviesen ganas de sentir y moverse al ritmo de los latidos de su corazón"(53);
* tiene unos ojos verdes y penetrantes;
* ve presencias de muertos ("Ojalá cicatrizara también la herida de mi alma, pensó; esa que me trae el murmullo de los muertos, la conciencia de su dolor"-pág. 13-);
* considera que el amor le disputa al hambre la triste supremacía como mayor generador de muerte y crimen ("...el amor era una enfermedad arraigada a la esencia misma del género humano, y que nadie, por más esfuerzos que hiciera, era inmune a sus efectos. Él tampoco- pág. 16-);
* no le gustan los burdeles, es un hombre sin vicios, sin vida social;
* cualquier crimen cometido contra los más débiles deja en su alma una herida profunda que sangra durante muchos días. "El dolor de los otros se transformaba en suyo. La maldición no era más que la imposibilidad de encerrarse en ese cómodo refugio de egoísmo con que todos venían dotados desde el nacimiento. Todos, menos él"(234);
* confía siempre en el duro trabajo de investigación pero sabiendo la importancia del componente de la casualidad y la suerte;
* no le gusta el teléfono ("Nunca había conseguido familiarizarse con ese aparato, que devolvía una voz metálica e inexpresiva e impedía comprender a través de los medios tonos, las dudas y, sobre todo los ojos, aquello que las palabras ocultaban"(279);
* nada le disgusta más que la hipocresía, y,
* "Siempre había tenido la convicción de ser ajeno al amor, de estar tan lejos de él como de la Luna, y ahora se encontraba no solo ante una, sino ante dos emociones para las que no hallaba explicación"(280).


Principales sospechosos:
* Vincezo Ventrone, un distinguido caballero, comercial de ornamentos sagrados, pagaba sus servicios en exclusiva;
* Giuseppe Coppola, un joven repartidor de fruta, estaba dispuesto a casarse con Rosario Cennamo, de quien se enamoró siendo niños. "Los grandes amores siempre encuentran obstáculos"(176);
* Lidia Fiorino, la señora Yvonne, propietaria del burdel de lujo;
* Bianca Palumbo, Lily, la segunda prostituta más importante del establecimiento;
* Augusto Ventrone, "La vida tampoco le había reservado especiales motivos de alegría. Una madre fallecida demasiado pronto, sin hermanos y con un padre que había perdido por completo la cabeza nada menos que por una puta"(32);
* Tullio, hijo de madame Yvone, ludópata empedernido y agobiado por deudas en el juego;
* el hermano de Peppe la Fusta ("Somos una familia que depende de los caballos, comisario");
* Concetta Cennamo, madre de Víbora, "Preferiría seguir viviendo en medio del barro, y robarle la comida a los perros y a los cerdos, antes que cargar toda la vida con la vergüenza que esa me hizo sentir"(148).

Personajes importantes del círculo de Ricciardi:
* Raffaele Maione, inseparable sargento del comisario, que con un metro noventa del altura y ciento veinte kilos de peso, posee la facultad de aparecer como por arte de magia sin que nadie lo vea llegar. Es feliz con su mujer, sus hijos de sangre y Benedetta, su hija adoptada;
* su tata Rosa ("Entendía que no era únicamente una forma de asegurar la plena satisfacción de los seres queridos alimentándolos y, al mismo tiempo, dándoles placer, sino de estrechar un vínculo íntimo con las generaciones de mujeres enamoradas que de sí mísmas no habían dejado palabras, sino aromas y sabores"(54);
* Enrica Colombo, la muchacha que vive en el edificio de enfrente de Ricciardi, enamorada de él "hasta las trancas";
* Livia Lucani, magnífica cantante, viuda de Vezzi, y quien sufrió también la muerte de su hijo pequeño, Carletto. ("Ricciardi. Era ese el motivo por el que se había instalado en la ciudad; ese es el objetivo que se había fijado, la meta que debía alcanzar, la cima que debía escalar, el puerto al que debía llegar"-71-).
* el doctor Bruno Modo, quien sufrirá el acoso y secuestro de los fascistas, la OVRA, la tristemente famosa policía secreta de Mussolini.
* el perrito de Modo ("Me espera, y si tardo mucho se pone a aullar. Más que un perro, me he agenciado una suegra"-pág. 38-); 
* la pareja de amantes, Amedeo (hombrecillo de manos huesudas y nerviosas, bigotito fino) y Armando (camarero, atildado, entrado en años y vestido de frac);
* Nenita (travesti), confidente de Maione, quien siente pasión por todo lo que es chino, original o imitación. "Sargento, yo iría por el buen camino, pero nunca he sabido por dónde se llega"(110).
* Ángelo Garzo, superior directo de Ricciardi, un burócrata arribista e inútil "que lo único que sabía era cuidarse el bigote y lamerle el culo a los poderosos, y poner palos en las ruedas a cuantos trataban de trabajar en serio"(120).
* Lucía Maione, mujer del sargento, cocinera de primer premio másterchef (entra apetito con sus lasañas, su ragú y albondiguillas, sus higadillos en la rezza, sus friarielli, el roscón casatiello, la tarta pastiera, y sobre todo, su sanguinaccio - "la crema de cacao, leche y sangre de cerdo acompañada de cidra confitada que los niños esperaban durante todo el curso"(184).
* Pivani, hombre sutil y atiltado, de voz sosegada, culto e inteligente pero representante del fascismo más enraizado. "Poseía la fascinación sinuosa y letal de una serpiente de cascabel"(235).
* Falco, emisario de personas secuestradas por las fuerzas invisibles del fascismo italiano de la época.
En definitiva, mi amiga Concha Caeiro, "la francesa", ha vuelto a hacerme feliz con esta obra de su elección para mi cumpleaños. Muchas gracias, Concha. SALUD.
 
P.D. Termino con dos reflexiones:
* una, muy interesante de la tata Rosa, sobre la diferencia entre los hombres y las mujeres: "Los hombres nunca saben lo que quieren, ¿y sabe por qué? Porque se creen que el mundo se acaba mañana, y entonces no se ocupan más que de lo que ocurre hoy. Nosotras, las mujeres, somos las que vemos claro como el agua lo que ocurrirá, y tenemos que hacernos cargo. Y así, poco a poco..."(56).
* Y otra, del doctor Modo, sobre la condición humana: "Pero sabes muy bien que el principal motor de la humanidad es el sentimiento, y que al final, el sentimiento no es más que una forma refinada de llamar a  la sangre que fluye y alimenta los deseos. Somos animales, amigo mío, no lo olvidemos. Mal que le pese a la iglesia, que quiere convencernos de que somos puro espíritu, o a vuestros simpáticos gobernantes, que nos ven como una lista de números en un papel"(99).

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