domingo, 28 de septiembre de 2014

True Detective en las marismas del Guadalquivir


 Extraordinaria película - ¡ qué agradable sorpresa que se proyecte en Sanlúcar en la semana de su estreno ! - que rinde homenaje al mejor cine negro pero en el corazón de las marismas, de nuestro legendario río Guadalquivir.
Su director, el sevillano Alberto Rodríguez, consigue culminar una obra maestra del género. Parte de su éxito, corresponde al magnífico trabajo de fotografía de Alex Catalán, con atardeceres marismeños que ya quisiese uno para un póster en su habitación. Y cómo no, de dos actores que brillan con luz propia: Javier Gutiérrez- pocas veces he visto unos ojos vidriosos que digan tanto de un pasado terrible - y Raúl Arévalo - magistral en su papel de joven y ético policía de la nueva democracia -.Representan a dos policías expedientados - uno por pasarse de duro y otro por crítico -, de dos visiones completamente distintas - la que va entre la dictadura de Franco y la Democracia - cuyos únicos vínculos serán resolver el caso y salvar sus vidas.
Esta isla mínima de salvación ante tanta tortura de todo tipo, se convierte en una metáfora clarividente de la complejidad de nuestra descarriada sociedad. Estremece pensar cómo podían estar desapareciendo adolescentes y que nadie hiciera nada - como en la serie True Detective - y que se enviara como castigo a dos policías desahuciados y expedientados, con los poderes fácticos protegiéndose entre sí.

Aspectos brillantes:
* Los planos aéreos de las marismas - del comienzo y del final - durante los créditos y los planos desde el interior del coche - a lo largo de toda la película -;
* Las miradas entre ambos polícias, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, que marcan la diferencia entre dos generaciones de policías;
* La aparición de animales - un flamenco, un ave exótica, un caballo, un perro - que con sus miradas nos anuncian que algo va a pasar y de camino, la podredumbre del ser humano;
* La persecuciones nocturnas en coches - de hace más de treinta años - por caminos intransitables;
* Las escenas con lluvias que presagian lo peor y parece que nos van ahogando en el desasosiego;
* El funeral por las hermanas vilmente torturadas en el que se te encoge el corazón - cuánta tristeza en esas lágrimas de madre interpretada por Nerea Barros -;
* La perfecta ambientación y recreación de las ferias de los pueblos andaluces de nuestra infancia;
* La banda sonora de otro sevillano, Julio de la Rosa, encaje perfecto durante cada segundo, cada fotograma;
* El papel del periodista del famoso diario "El Caso", paradigma del ave de carroña ante las malas noticias;
* La cantidad de guantazos que va repartir el policía franquista a lo largo de la película, a diestro y siniestro que refleja el modus operandi tan violento que se permitía en nuestra España;
* La grandeza del Guadalquivir que todo lo oculta - la escena llevándose a la "bazofia humana" del torturador - para que podamos seguir viviendo en este valle de lágrimas;
* La frase de la "vidente" al policía - con más alma que he visto en mucho tiempo -:"Ya te queda poco. Los muertos te están esperando";
* El hecho de que una navaja - la del guapo Quini interpretado por Jesús Castro - sea la que haga justicia - como en la España profunda que ya reflejara Goya- y que tu mano parezca tomar el mismo impulso.

Vayan a verla porque merece la pena. Pocas veces amortizarán tanto cuatro euros. Alberto Rodríguez está haciendo grande el cine andaluz. SALUD.

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