martes, 16 de septiembre de 2014

MONTAJE PRODIGIOSO

Pocas películas han tratado el paso del tiempo con tanta delicadeza y fluidez como esta de Richard Linklater. El compromiso de todo este grupo humano durante el período que va desde el verano del 2002 hasta octubre del 2013, es un hito en la historia del cine. No recuerdo algo así jamás, ni siquiera en los llamados hiperrealistas. Linklater quiere y desea atrapar el tiempo en sus películas, ya sea un día o toda una vida.
Los 166 minutos componen un montaje prodigioso - doce años con las mismas personas en solo 39 días de rodaje - mostrando la pérdida de un paraíso infantil ( en donde todo son seguridades ) hacia un mundo en la que no hay certidumbres ( excepto la de ser lanzados al vacío ). Construye una obra de orfebrería, con su preciso y perfecto engranaje de todos los elementos, definiendo con las elipsis narrativas necesarias. Consigue convertir su obra fílmica en una epopeya de lo cotidiano, de personas de carne y hueso, con defectos y virtudes, que viven y sobreviven.
El eje de referencia será un niño: Mason (Ellar Coltrane). En él confluyen vida y cine, con una mirada comprensiva y humanista que llena el corazón. No hay nada especial, todo fluye  como el agua de un río. La modestia y la humildad del director en su manera de contar la vida, es su máxima virtud.
Pero el niño no vive solo. Todos sus seres queridos se mostrarán "moldeados" por el paso de los años.  Por una parte, su madre Olivia (Patricia Arquette), será la madre coraje, esposa, luchadora vulnerable, con muy poca suerte en el amor - hombres de poco peso y muy dados al alcohol -.
Por otra, su padre (Ethan Hawke), será el prototipo del padre soñador, bueno pero irresponsable que trae niños al mundo. O su singular hermana, Samantha (Lorelei Linklater, hija del director), pura energía y desparpajo.
Momentos memorables:
* Mason - de niño - tumbado viendo pasar las nubes, pletórico de inocencia y felicidad;
* sus carreras de bicicletas con los primeros amigos de la infancia;
* los diversos gags cómicos de todo tipo (friki, humor negro, político,..);
* la acampada en el bosque de padre e hijo, sus charlas, sus confidencias (incluyendo la meada sobre el último rescoldo del fuego);
* las contínuas separaciones, mudanzas, nuevas parejas, cambios de colegios, amigos y familiares;
* el desagradable, alcohólico y autoritario profesor universitario Bill Welbrock (Marco Perella) y su modo de "mal llevar" a la familia (pobre Mason cuando lo pelan sin ni siquiera consultarle);
* la alternancia de espacios urbanos y espacios naturales durante toda la película;
* los temas musicales, auténtica recopilación de lo mejor de cada época("Yellow" de Coldplay, "Baby, one more time" de Britney Spears, "Deep blue" de Arcade Fire, Wilco, Vampire Weekend, Bob Dylan y muchos  más);
* la escena donde Mason ya adolescente se plantea:"¿Realmente quiero ir a la universidad, hacer lo que todo el mundo hace?¿Para qué?Mi madre lo hizo, y está tan confusa como yo";
* la primera excursión a un paraje natural idílico, bellísimo, de un Mason joven junto a sus recién conocidos compañeros de residencia.

En definitiva, es una película contemplativa, delicada, esmerada, exquisita y llena de serenidad. Para ver desde la madurez existencial. SALUD.

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