domingo, 13 de abril de 2014

" ¿Y DESPUÉS QUÉ? "



 ¡ Por fin, buen cine en Sanlúcar ! Película de otros tiempos clásicos, de otros valores cinematográficos de los de ahora, más tendentes a la comercialización que a visualizarnos otro mundo sui géneris, de exquisitez formal. Olvídense del ritmo trepidante y endiablado. Prepárense para el sorbo lento y pausado.
Pawel Pawlikowski crea una obra maestra en blanco y negro, pura calidad pictórica de belleza superlativa. La cámara sólo se moverá en dos ocasiones (travelling lateral en la ciudad y travelling frontal en su regreso al convento) lo que magnifica su estudio previo fotográfico (magníficos Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski).
En poco más de ochenta minutos nos llevará a las sombras de una horrible guerra que asoló Europa. Historias personales que el tiempo trata de borrar inútilmente y que pasarán facturas a todos. Porque la voz de la conciencia es inapelable.
Polonia a principios de los sesenta, sociedad pobre, gris y triste. Ida, una monjita joven (Agata Kulesza) antes de hacer los votos visitará a su tía Wanda ( Agata Trzebuchowska) jueza y alcohólica. Juntas iniciarán la búsqueda de sus familiares judíos desaparecidos como tantos miles. Llegarán hasta el final, enterrarán a sus muertos pero ellas también ajustarán cuentas consigo mismas (una para suicidarse y otra para encerrarse en un convento). El sacrificio consiste en entender aquello que se va a perder. Pero no hay censura, ni juicio, ni temor, ni alegato, ni panfleto, ni discurso, sólo introspección y dolor. O nos salvamos nosotros mismos o no nos salvará nadie.

Escenas a destacar:
* El inicio con el contraste de la nieve blanca y la oscuridad de los edificios.
* La vida dentro del convento de una sobriedad impoluta, con juegos de sombras y espacios que oprimen a los personajes.
* Los primerísimos planos de los habitantes del pueblo que callan su pasado horrendo, homenaje al  expresionismo tipo Dreyer.
* La cantidad de veces que aparecerán escaleras desde un punto de vista cenital, metáfora clara de la inmersión en el pasado acechante.
* Los bellos paisajes rurales de Polonia durante los viajes en coche.
* Los momentos en que aparece la música de John Coltrane tras unos silencios profundos y prolongados.
* El desentierro y la recogida de los huesos de sus seres queridos.
* Las borracheras y la manera de fumar de la interesantísima Agata Trzebuchowska, con la voz de la conciencia atormentándola.
* El suicidio de la propia Wanda con la música a toda voz y el abrigo puesto.
* La pregunta ¿y después qué? de Ida tras hacer el amor con el apuesto saxofonista Dawid Ogrodnik.

Recomendada para amantes del cine añejo, madurado por el tiempo, con sabor cinco estrellas. SALUD.

P.D. Doy las gracias al responsable de haber traído esta película a Sanlúcar, evitando que me desplazara a Jerez o al Puerto.

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