jueves, 19 de diciembre de 2013
Lectura Recomendada: "El huevo de oro" de Donna Leon
Última aventura del comisario Guido Brunetti, vigésimo segunda de la colección, a saber:
Muerte en la Fenice (1992)
Muerte en un país extraño (1993)
Vestido para la muerte (1994)
Muerte y juicio (1995)
Acqua alta (1996)
Mientras dormían (1997)
Nobleza obliga (1997)
El peor remedio (1999)
Amigos en las altas esferas (2000)
Un mar de problemas (2001)
Malas artes (2002)
Justicia uniforme (2003)
Pruebas falsas (2004)
Piedras ensangrentadas (2005)
Veneno de cristal (2006)
Líbranos del bien (2007)
La chica de sus sueños (2008)
La otra cara de la verdad (2009)
Cuestión de fe (2010)
"Testamento mortal" (2011)
"La palabra se hizo carne" (2012)
En esta ocasión, investigará la muerte de un hombre sordo y deficiente, por sobredosis de pastillas. Era una persona cercana del vecindario de Brunetti, ya que trabajaba en la tintotería donde llevaba sus trajes. Lo que comienza como una simple pesquisa para satisfacer su curiosidad termina convirtiéndose en una compleja investigación, en la que se vuelca toda la comisaría cuando nuestro protagonista descubre que el fallecido no figura en ningún registro y que todo aquel con el que habla tiene algo que ocultar. Podría decirse que esta novela negra pertenece a la intrahistoria de Venecia, a ese intramundo alejado de cualquier control burocrático. Será también, una demostración de que la maldad humana no tiene límites ni siquiera entre madre e hijo. El caótico entramado de relaciones familiares, de intereses económicos, de debilidades sexuales, de poder político no deja títere con cabeza. Se te cae el alma al suelo. Pero por encima de todo, brillará la belleza ( reflejada en la obra pictórica del niño abandonado a su suerte ). Hay esperanza en el ser humano.
"Cuanto menor es el contacto que tienen las personas con el mundo, menos envejecen" dirá el patólogo Rizzardi, encargado de la autopsia. "Las personas retrasadas - o como sea que debamos llamarlos ahora - no parecen envejecer al ritmo que los demás o, al menos, su cuerpo no lo muestra de la misma forma que el nuestro" (página 68).
Este será el inicio de muchas incógnitas del caso. A ello se unirá el desprecio de los venecianos por colaborar con la policía. "Las autoridades existían exclusivamente para crear problemas, para atraparlo a uno en la tela de araña de la burocracia, para hacerle perder horas de trabajo y para que al final uno no tenga más remedio que contratar a un abogado y pasarse años intentado librarse de las consecuencias de haber revelado cualquier tipo de información. El Estado era el enemigo. Con mayúsculas"(página 83).
Aspectos anecdóticos sobre Brunetti que nunca habían aparecido en las anteriores obras serán:
* su predilección por el cóctel de Havana Club con naranja;
* su concepto de GPS (Sistema Personal de Guido);
* sus reflexiones existenciales en el barrio de San Polo;
* sus risas con las páginas digitales de Il Fatto;
*su admiración por la nueva comisaria Claudia de Palermo ("inteligente y cooperadora, sin interés en convertirse en la heroína de la investigación, una debilidad de la que pecaban algunos de sus compañeros");
* su fascinación por el lenguaje ("¿Crees que Dios es el lenguaje?"- página 312-);
y por último, su acrecentado pesimismo ("...el sistema, que no tiene pinta de cambiar, nos vapulea a todos por igual; los que están en la cima y hacen exactamente lo que les da la gana nos pisan al resto").
Termino con esta sentencia:
- "¿ Alguna vez te aburre de toda esta belleza ?".
-" No, nunca".
Quienes hemos estado en Venecia damos fe de ello. SALUD.
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