"En la vida, lo importante es la capacidad de responder ante el sufrimiento del prójimo." (Ludwig Wittgenstein)

lunes, 17 de agosto de 2015

GRACIAS POR HABERNOS DADO TANTO

 Ya estáis los dos juntos, ya podréis caminar eternamente abrazados, orgullosos de vuestro paso por la Tierra.

Os dejo con el texto de la escritora de la familia, mi sobrina Clara, quien ha expresado mejor que nadie lo que todos sentimos:

"Si tengo que decir adiós, lo haré. Como tantas veces tendremos que hacerlo en la vida, Fingiendo que no estamos predestinados a ello. Fingiendo que podemos evitarlo.
No, no podemos evitarlo. Aunque tampoco es cuestión de resignarse. Es cuestión de aceptar. Aceptar y seguir, porque no queda otra. Como cuando metemos la cabeza bajo agua, al cabo de unos treinta segundos, necesitaremos oxígeno. Respirar o no deja de ser nuestra elección. Nuestro cuerpo decide. Es la ley de la vida.
Por eso hoy cambiarán las tornas. Hoy le diré al “Adiós” todo aquello que nos ha quitado. Le diré lo ingrato que ha sido por no dejarnos despedirnos de aquellos a los que queríamos y tuvieron que marcharse. Le diré que es un hipócrita que nos quiere hacer crecer a trompicones, como si eso fuera posible, como si acaso fuese sano. Le diré que debería ser más dulce y considerado, que duele, que nos arranca trozos de nosotros como si no nos hiciesen falta para seguir en pie. Para seguir viviendo.
Pero también le daré las gracias. Si tuvimos que decir “Adiós” es porque alguna vez también dijimos “Hola”. Porque a nuestra vida entraron personas maravillosas, o nosotros entramos a la vida de otros, depende de la perspectiva que queramos tomar en el asunto. Personas que nos cuidaron, que nos vieron crecer, que nos hicieron reír. Personas que nos quisieron y amaron. Personas que nos hicieron ser lo que somos. Personas que en mayor o menor medida marcaron nuestras vidas. Lazos genéticos, lazos predestinados, lazos imposibles o lazos inverosímiles. Lazos que nos llevan y traen. Lazos que marcan nuestros pasos.
Y sobre todo, le haré tener en cuenta que no tiene la última palabra. Que un “Adiós” no siempre es el final. Que en nuestros recuerdos, en nuestra memoria reciente o remota, quedarán mucho más que cinco letras que se quedan cortas para todo lo que nos enseñan. Para todo lo que nos dieron las personas a las que se lo dijimos. Para todo lo que aprendimos de ellas. Para todo lo que se queda en nosotros aunque ya no estén.
Adiós Abuela, espero que tú y el abuelo volváis a estar juntos". SALUD.

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